Luis Borrero

Uno de los redactores más destacados que tuvo El Carabobeño cuenta cómo fue cubrir durante años el problema ambiental más complejo del estado: la calidad del agua. Y de cómo zigzagueó entre poderes gubernamentales e instituciones opacas para terminar descubriendo una turbia verdad. Su motivación era abrir el grifo y compartir el testimonio con sus entrevistados. El miedo no era opción ante el compromiso ético de difundir la verdad. Cuando llegó desde Táchira a una Valencia desconocida para él, se preguntaba cuál era su misión. Luego encontró la respuesta: parte, era contar la crisis del agua.

-¿Qué hizo de la cobertura sobre la calidad del agua en Carabobo algo tan complicado?

-Lo primero, comprender el tema para saber explicarlo. Entender cada fase del sistema hídrico implica sumergirse en conocimientos básicos sobre distintas disciplinas, como la ingeniería hidráulica, la biología, la química y la epidemiología. Lo segundo, la falta de colaboración de las autoridades para explicarnos el proceso, con lo cual debimos recurrir a expertos independientes para que nos ofrecieran adiestramiento en la materia. Lo tercero, la partidización del problema. Un asunto de interés general como el sistema hídrico se convirtió en una bandera electoral para los dos sectores políticos en pugna en el país.

-¿Hubo algún tipo de represalia hacia usted como periodista?

-No pasaron de intimidaciones telefónicas o presenciales de parte de funcionarios públicos, pero al final del día eran intenciones sin sustento. La clave estuvo en confirmar y reconfirmar cada dato antes de su publicación, al punto de que la primera denuncia, la de la edición impresa del 21 de diciembre de 2009, implicó revisar y editar ese texto durante un mes.

-¿Cómo definiría usted la realidad de la libertad de expresión y el acceso a la información en la región?

-La crisis de refinación de petróleo (El Palito) da noticia, pero los responsables no informan. La falta de mantenimiento al sistema eléctrico (Planta Centro) es de interés para media Venezuela, pero tampoco conocemos las calderas a lo interno.

Sobre la cobertura del agua cayeron muchos intentos para hacerla desaparecer. En 2010 se nos invitó a 10 jornadas de inspecciones continuas al sistema hídrico, pero se nos advirtió que ningún vocero oficial declararía nada sobre lo que veríamos. Así fue. Desplegamos entonces nuestra capacidad de observación y pudimos sobreponernos a ese intento de que declináramos, a falta de un audio. Hicimos el trabajo hasta el día 10. A las reuniones oficiales sobre la materia no teníamos acceso, pero esperábamos su desenlace hasta la hora que fuere necesario.

-¿La prohibición de publicar el término ‘contaminación’ afectó su desempeño?

-Sí. Cuando los comunicólogos repasan 17 años de censura, todo buen resumen incluye necesariamente la prohibición estatal de hablar o escribir en medios sobre contaminación del agua para consumo humano sin el aval de una autoridad competente. Lo que hicimos fue echar mano a la riqueza de la lengua: ¿qué es contaminación? alteración de componentes, mala calidad… bueno, así seguimos escribiendo. ¿Por qué insistimos? Porque nos asistía la verdad y el testimonio de la gente.

Nos sorprendió que incluso llegaban a Mesa de Redacción de El Carabobeño señoras y nos enseñaban u ofrecían dejarnos envases de vidrio con agua que recién habían recogido en sus casas. Me sentí feliz cuando el diario editorializó que esta decisión (de la cual, por cierto, nunca ningún medio logró obtener copia en el tribunal que supuestamente la había avalado) no iba a acallar nuestra campaña ciudadana. Y el diario no lo hizo por fastidiar al gobierno, sino por velar por la calidad de vida, el bienestar y los derechos humanos de la población a la que sirve. Era, pues, una urgencia periodística de todos.

A Pabón le afana que sus estudiantes, en la Universidad de Los Andes, entiendan que la Libertad de Expresión no es un regalo. El periodismo viene empaquetado en la frase “no estoy autorizado para dar información”. Ante lo que define como una lapidaria falacia, el profesor intenta que sus alumnos no le den la espalda a la noticia. Me gusta despertar en las novísimas generaciones el motor del periodismo como apostolado. La pasión es contagiosa, dicen”.




Estimado lector: El Diario El Carabobeño es defensor de los valores democráticos y de la comunicación libre y plural, por lo que los invitamos a emitir sus comentarios con respeto. No está permitida la publicación de mensajes violentos, ofensivos, difamatorios o que infrinjan lo estipulado en el artículo 27 de la Ley de Responsabilidad en Radio, TV y Medios Electrónicos. Nos reservamos el derecho a eliminar los mensajes que incumplan esta normativa y serán suprimidos del portal los contenidos que violen la Constitución y las leyes.