Luis Alejandro Borrero / @LABC7

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La vejez de Clemente Espinoza estaba planificada. Pasó 55 años haciendo fotografías en el periodismo. Sonriente, sabía que había llegado el momento de cambiar las cámaras por otra cosa. Un sueño familiar en este caso.  Su hijo le propuso desempolvar el proyecto de abrir un restaurante en Valencia. Juntos harían ese salto al vacío que significa el emprendimiento. Pero tras la muerte de Rogny Espinoza cambian los planes. A su padre, apodado en el periodismo como “El Poeta”; le toca plantearse la vida de nuevo. “Mi hijo era un hombre de luz, que luchaba por la excelencia”.

Rogny falleció a los 44 años. Su causa de muerte es aún confusa para algunos. Una severa infección pulmonar lo enfermó y mató en menos de dos meses. “Mi hijo se murió por falta de medicamentos. Pero ahora nos va a ayudar desde allá, porque este país no puede seguir así”, dice su padre durante el funeral. Se le nota conmocionado, pero lúcido en lo que reprocha.

Espinoza fue un profesional destacado. Su rama: la decoración de interiores y exteriores. Cumplió años el 13 de agosto, estando en la sala de cuidados intensivos del Hospital Carabobo. Allí los médicos no pudieron hacer más el mediodía del domingo. Su padre se aferra con vehemencia a una explicación: el tiempo jugó en contra. “Si hubiésemos tenido las medicinas a tiempo, mi muchacho no se nos va”.

La enfermedad de su hijo le obligó a Clemente Espinoza enfrentarse con la que es quizá la cara más dramática de la crisis generalizada en Venezuela: la escasez de medicinas. Las ampollas de Valixa, un poderoso fármaco contra infecciones fueron imposibles de conseguir a tiempo.

Los ahorros de la familia se fueron en la clínica, luego tocó trasladarlo a un hospital. Conmovido, el padre relata cómo gracias al buen corazón de personas y a las redes sociales consiguieron un poco en Maracaibo y Caracas. Gratis: la gente ayudó. Pero era muy tarde para Rogny. “En Colombia nos cobraban más de mil pesos. Y traer las ampollas de Estados Unidos casi mil 500 dólares. Era imposible”. “El Poeta” tuvo que vender divisas que había ahorrado cuando viajó a Europa, para costear la enfermedad.

UN SUEÑO ROTO

La muerte de Rogny comenzó mucho antes de ingresar a la clínica. O incluso antes de tener la infección pulmonar. Hay causas que no quedan escritas en las actas médicas de defunción, porque matan lentamente. Una de ellas es la depresión. El negocio que había soñado, y que ahora su padre le ayudaría a levantar, terminó siendo un fracaso.

Es simple. Venezuela es el país de la inflación más alta del mundo. La peor economía de Latinoamérica. Un restaurante valenciano no iba a ser la excepción. Cuando todo empezó a ponerse demasiado costoso, el negocio empezó a dar números nada alentadores. “Trabajamos dos meses a pérdida. ¿Qué podíamos hacer, colocar el menú que tenía pasta en más de dos mil bolívares? entonces nadie iba a comprar; mi hijo tuvo que empezar a despedir el personal”.

Eso pegó muchísimo en el ánimo de Rogny. En el de su padre también, comenta. Luego vino lo decisivo: con las defensas bajas por la depresión, le atacó una neumonía, y se le sumaba lo que parecía virus de la fiebre Chikungunya. En menos de dos meses murió. Es como si el país lo hubiera matado dos veces: con el fracaso del negocio y con la enfermedad.

Familiares y amigos de Rogny llenaron la funeraria Crepúsculo, en Naguanagua. Allí le dieron el último adiós. El salón donde fue velado estaba lleno de aroma a rosas por las cuatro coronas que le hicieron. Una pared hermosa de mármol sostenía un Cristo, los sillones eran de cuero negro y elegantes. Casi como si el talentoso Rogny lo hubiera decorado él mismo.

FALLECIÓ ABUELA DE SARA PACHECO

La madrugada del sábado falleció en su residencia la señora Dora Magdalena Aguilar González. La señora de 81 años era la abuela de la periodista de El Carabobeño, Sara Pacheco. Significaba algo más: doña Magdalena crió a Sara como su madre desde los cinco años.


Aguilar sufría de diabetes. Presentó un paro respiratorio, al parecer por la deficiencia de un riñón. Sus restos fueron velados en la funeraria Santa Rosa de Valencia. Su familia ha decidido cremar el cuerpo y de esa manera tenerla siempre presente.


Nota del editor: Los trabajadores de El Carabobeño están profundamente conmovidos por las partidas de Rogny Espinoza y Dora Magdalena Aguilar, ambos parientes de Clemente Espinoza y Sara Pacheco, miembros de esta familia. A ellos, nuestras más sinceras palabras de condolencia en momentos tan difíciles para que superen en paz, con fe y esperanza los obstáculos y enseñanzas que da la vida.





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