Beatriz Rojas @rojas_beatriz

Todo parece indicar que la comida se está acabando. Por lo menos los productos alimenticios a precio regulado, porque este miércoles había un gentío esperando en los alrededores de los supermercados, y a la una de la tarde no habían podido comprar nada porque nada se ofrecía.

En 5 termina la cédula de Noris Cedeño de 67 años y le corresponde comprar los miércoles. Por eso llegó a las 3 de la mañana a la acera del supermercado San Diego en la avenida Bolívar. Llevó consigo mil 500 bolívares porque a veces venden hasta cuatro paquetes de harina PAN por persona y ligaba que además de eso, esta vez hubiera margarina.

A la una de la tarde no había ni señas de que se comenzará a vender productos regulados, pero allí permanecía. “Puede ser que de repente traigan un camión. Uno no sabe. Hay que esperar”.

(Foto Saúl Zerpa)

Al igual que ella un buen número de personas esperaban impacientes el camión que no llegaba. A media mañana se enteraron que unos metros más adelante, en el Central Madeirense, estaban vendiendo arroz y aceite, por lo que algunos dejaron la cola y se fueron a hacer otra allá. A las 12 y 45 minutos se acabó todo, por lo que se devolvieron al San Diego a seguir esperando.

Era impresionante ver al gentío caminando de nuevo hacia el mercado. Incluso la caminata podía confundirse con una manifestación pacífica.

Gerardo Morgado caminó resignado al final de la cola. Antes estaba más cerca de la entrada. “Perdí el chivo y el mecate” comentó.

Los alrededores del estacionamiento del centro comercial La Isabelica también estaban repletos de personas que esperaban comprar alimentos baratos. Muchos estaban desde el martes en la noche, pero cerca del mediodía, la puerta que habilitó el Central Madeirense para vender los productos a precios regulados, permanecía cerrada.

(Foto Saúl Zerpa)

Miriam Soto dijo que junto a algunos amigos esperaba desde el martes a las 6 de la tarde. Según dijo, ese día vendieron 2 kilos de arroz y mayonesa por persona. Ella no pudo comprar porque no le correspondía por el número de cédula. Pensaba que este miércoles venderían lo mismo, pero nada. A esa hora nadie sabía si había llegado algún producto alimenticio.

Varias personas en la fila se quejaron por el trato injusto, que según señalan reciben del gerente del supermercado, quien al parecer no respeta ni siquiera las canas de las personas de la tercera edad. Supuestamente nadie le puede hablar porque lo grita.

Algunos potenciales compradores lo acusaron de no recibir los alimentos a precio regulados, para no tener que venderle a la gente necesitada.

En el Abasto Bicentenario este miércoles sólo se vendió pañales desechables.




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