Luis Alejandro Borrero | @LABC7

lborrero@el-carabobeno.com

Siempre incomodando. Al Poder, y a la competencia. Parece que desde su nacimiento, hace 83 años, ha tenido ese propósito. Este viernes los periódicos tuvieron que hacer un espacio y amontonarse en el mostrador de Francisco Sousa. El hombre atiende un quiosco en la avenida bolívar de Valencia. “Muy bien que regresó El Carabobeño”, dijo emocionado. El Diario del Centro volvió a la calle, a tratar de reclamar de vuelta un espacio que sus lectores le habían dado tras décadas de credibilidad y constancia.

Y el Gobierno hizo todo lo posible hasta que le quitó ese espacio el 17 de marzo. Pero el día no empezó mal. Sauly García trabaja como reportera en la sección de deportes. Desde muy temprano salió con un pregonero a promocionar el semanario en la avenida Rojas Queipo. Para las 8:30 a.m., en sus manos, no quedaban ejemplares del ahora semanario. Todos vendidos en ese punto. La gente se alegró de verlo de vuelta, con 32 páginas, la opinión, y la agenda propia de siempre.

 Las ventas favorecieron en el primer día del semanario. (Foto Ángel Chacón)

Antonio Ríos tiene seis meses sin comprar un periódico. Era fiel lector de El Carabobeño. “¿Cómo hacía?, leía por internet”, respondió. Cuando lo vio de vuelta se sorprendió. Sin vacilar sacó los cuatro billetes de 100 bolívares que ahora cuesta el semanario y se los entregó al vendedor en un quiosco en la avenida bolívar.

Antonio Ríos se pasea por las páginas del semanario. (Foto Ángel Chacón)

Sus razones son contundentes. “No compraba otros periódicos simplemente por un tema de sesgo político”. Recibió el ejemplar, caminó hasta un banco de cemento y se paseó rápidamente por las primeras páginas hasta detenerse en la sección de opinión, en las hojas con los artículos de Francisco “Pancho” Pérez y Pablo Aure.

Otros hacen sus recomendaciones. Como Carly Rodríguez, quien también atiende un puesto de ventas. “Reconozco que no soy periodista”. Pero tiene sus planteamientos. Sin saber que estaba siendo entrevistada por trabajadores de El Carabobeño, manifestó que en la próxima edición quiere ver más imágenes en la portada. Quiere fotos. “Usted sabe cómo es, una imagen dice muchísimo”. Pero fue la única opción: recomprar el papel a terceros.

Algunos, como Carly Rodríguez, piden más imágenes en la primera página. (Foto Ángel Chacón)

El Complejo Editorial Alfredo Maneiro (CEAM), creado en 2013, se convirtió en el monopolizador de la importación de papel prensa e insumos del Gobierno. Funciona, en la práctica, como un censor rojo. El Carabobeño no recibió papel por tener una línea editorial independiente.

Es un tema de confiabilidad. Si Ríos tuviera dinero para comprarse cuatro diarios de la competencia, en 100 bolívares, dice que preferiría El Carabobeño. Adelaida Picón, confesa lectora de dos periódicos que no son El Carabobeño, dijo que se alegraba mucho de verlo de vuelta.

Era un periodismo que ya se extrañaba. (Foto Ángel Chacón)

Se siente el cambio inmediato. Allí estaban los ejemplares unos encima de otros. “Carabobo redujo el índice de homicidios”, era el gran titular de un periódico, que por cierto recibe papel del Complejo Maneiro. “Abogaron por el diálogo y la paz”: la información más destacada de otro en la misma mesa. “Decisión de la OPEP estabilizará el mercado”, remarcaba otro de los medios que ahora están arrodillados al partido de Gobierno. Entre ellos, allí como peleándose por un puesto, como incomodando la línea discursiva de los demás, El Carabobeño: denunciando la reventa de medicamentos en el hospital central de Carabobo; la deserción escolar, la declive empresarial por las malas medidas económicas y otras cosas más. Un periodismo que no a todos les gusta, pero que ya se extrañaba.




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