EFE

Escultor oficial de Luis XV y
artista solicitado por la aristocracia y las principales autoridades de su
tiempo, Edme Bouchardon (1698-1762) es objeto a partir de hoy de una exposición
monográfica en el Museo del Louvre de París.

Esta es, de hecho, la primera
muestra de envergadura que se organiza en Francia en su honor, donde podrá
verse hasta el 5 de diciembre próximo.

Después de París, bronces,
cuadros, copias de la Roma clásica, dibujos, mármoles, estelas, monedas y esculturas
viajarán a Los Ángeles, en Estados Unidos, para encontrar cobijo entre enero y
abril de 2017 en el J.Paul Getty Museum, coorganizador de la muestra.

Con ella se aspira a demostrar
que Bouchardon no fue considerado en vano uno de los mejores artistas de su
tiempo, pues brilló en los más variados géneros que practicó.

Sobresalió en el arte profano y
hasta se le llamó «el nuevo Fidias», pero también, aunque lo practicó
menos, en el religioso y funerario, como revela el monumental conjunto creado
para la Iglesia de San Sulpicio de París entre 1734 y 1750.

El escultor comenzó su trabajo en
esta iglesia dos años después de retornar de Italia, donde residió entre 1723 y
1732 y donde su arte conquistó al papa Clemente XII y a sus más eminentes cardenales,
entre otros poderosos locales.

En el Louvre, donde pueden verse
ahora varias obras de este período, un busto papal en mármol prestado por el
Palazzo Corsini de Florencia explica por sí solo el porqué de su fama italiana.

Pero, desde Francia, la
administración real le llamó a París y le adjudicó un taller y alojamiento
propio en el Louvre, pocos años antes de nombrarle escultor del rey, en 1735.

La exhibición reúne algunas de
sus obras maestras e ilustra con todo detalle el proyecto culminante de su
carrera, la estatua ecuestre de Luis XV, a la que dedicó diez años de trabajo,
desde que se le encargó, en 1748, y cuyo pedestal no tuvo tiempo de terminar en
vida.

Solo una mano se salvó de la
destrucción durante la Revolución Francesa (1789-1799), cuando la estatua
ecuestre de bronce fue fundida.

De dimensiones monumentales, la
gigantesca copia de la extremidad real ocupa el lugar principal en la última
sala de la exhibición, acompañada, entre otros elementos, de una pequeña
maqueta del grupo escultórico y de una nutrida selección de los casi 500
dibujos preparatorios.

El museo explora igualmente en
profundidad la creación de la fuente de Grenelle, un encargo que recibió en
1739 para celebrar la llegada del agua a ese barrio de París y que en sus manos
tomó la forma de un espectacular conjunto escultórico y arquitectónico.

Irradian especial belleza las
copias que el artista esculpió luego para reproducir los bajorrelieves con
motivos infantiles que todavía hoy representan las cuatro estaciones en la
fuente parisina.

Las copias, restauradas para la
exposición, fueron prestadas por el Museo Metropolitano de Nueva York.

De menores dimensiones que el
enorme «Faune endormi» de la primera parte de la exhibición,
«L’Amour se faisant un arc de la massue d’Hercule», escultura alada
creada en 1750 y propiedad del Louvre, destaca en la penúltima sala de la muestra. 




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