El cumplimiento de estas normas no solo denota un buen manejo
comunicacional: también puede salvar vidas. Por ejemplo, la segunda norma
(anuncios tempranos) sirve para evitar información errónea, evitar rumores y
alertar a las personas afectadas y reduce al mínimo la amenaza que supone una
enfermedad infecciosa. “Cuanto más tiempo tarden los funcionarios en dar la
información, tanto más alarmante le parecerá al público cuando finalmente se
divulgue, sobre todo si la da a conocer una fuente externa”.

En el caso de la difteria, el primer caso se registró en
abril, de acuerdo a documentos del Ministerio de Salud que se han hecho
públicos y testimonios de los doctores.

La enfermedad no se hizo de dominio público hasta el 18 de
septiembre, cuando la Red Defendamos la Epidemiología y la Sociedad Venezolana
de Salud Pública denunciaron la muerte de tres niños con síntomas típicos de
difteria. No fue hasta el 26 de septiembre, ocho días después, cuando una
fuente oficial se pronunció; el gobernador de Bolívar, Francisco Rangel Gómez,
confirmó 13 casos.

La ministra de Salud Luisana Melo -máxima autoridad en el
tema- llegó a la entidad el 2 de octubre, seis días después de las
declaraciones de Rangel Gómez y 14 días después del comunicado de las ONG.
Todavía, a esta fecha, no se ha pronunciado.

Otra de las normas es la transparencia; es decir,
proporcionar información oportuna y completa sobre el riesgo real o potencial
que el brote representa, así como su control. En el brote de difteria no solo
la información llegó tarde: los voceros oficiales no se apegaron a una versión
única y tenían diferencias en el discurso.

La primera denuncia de los medios hablaba de cinco niños
fallecidos. La cifra subió hasta 17 y luego diputados -como José Manuel
Olivares, de la comisión de Salud de la Asamblea Nacional– denunciaron que iban
22.

El Gobierno todavía no habla de muertos ni da números de
casos. Sin embargo, medios regionales que siguen la línea editorial
gubernamental hablaron de 13 casos, de los cuales cinco habrían sido mortales.
No obstante, sí empezó una jornada intensiva de vacunación, que, según sus
cifras, ha atendido a más de 9 mil personas. “Acciones emprendidas luego de que
en el estado se conociera la presencia de difteria en pocos habitantes en los
municipios del sur”, se puede leer en una nota de prensa de la Gobernación.

Teodardo Porras, secretario general del Gobierno regional,
aseguró en una entrevista que no había ni uno y que se trataba, en cambio, de
alguna enfermedad infectocontagiosa, según reportó el medio regional Correo del
Caroní. Luego, el gobernador Rangel Gómez, quien ya había confirmado los casos,
aseguró que “científicamente no se ha comprobado ningún caso de difteria”.

“La transparencia deberá caracterizar la relación entre los
gestores del brote, la ciudadanía y los socios, habida cuenta de que fomenta el
mejoramiento de los procesos de recopilación de información, evaluación de
riesgos y toma de decisiones asociados con el control del brote epidémico“,
dicen las normas.

La quinta norma (escuchar al pueblo) es, quizás, la menos
respetada por el Gobierno. Desde que las ONG denunciaron los primeros casos,
empezaron los rumores en la población bolivarense. Se preguntan dónde
vacunarse, cómo protegerse, cuántos casos hay. Ninguna de sus preguntas tiene
respuestas.

Si bien se han organizado operativos de vacunación, la poca
información al respecto hace que las colas sean largas y empiecen en la
madrugada.

El canal más eficaz de comunicación entre el Gobierno y los
ciudadanos podría ser las redes sociales, pero esto no es así: desde que empezó
el brote, ningún funcionario se ha comunicado directamente con los ciudadanos.

“Si no se conoce la manera en que el público entiende y
percibe un riesgo determinado, ni sus creencias y prácticas, cabe la
posibilidad de que no se tomen las decisiones pertinentes ni se hagan los
cambios de comportamiento necesarios para proteger la salud, además de que los
trastornos sociales pueden ser más graves”, dice la OMS.

La sexta norma es la planificación. La misma OMS dice al
respecto; “la planificación es un principio importante, pero más importante aún
es que se traduzca en la adopción de medidas“. Con las cifras de vacunación de
DTP más bajas del país -apenas 42%- se evidencia el estado estaba abriéndole
las puertas a la enfermedad, que aunque había sido erradicada hace 24 años,
seguía tocando la puerta por la frontera con Brasil.

Con información  de
Efecto Cocuyo.




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