EFE

La gira «México es
todo» que Juan Gabriel realizaba por EE.UU. y México, de la que quedaban
23 conciertos pendientes, tenía supuestamente como objetivo saldar deudas con
el fisco mexicano, según informes oficiales y versiones de los medios de
comunicación locales.

También queda por resolver quien
de sus familiares administrará la herencia económica y musical que generó,
estimada en unos 30 millones de dólares (unos 558 millones de pesos) y unas
1.800 canciones, entre ellas 605 registradas en la Sociedad de Autores y Compositores
de México (SACM).

Al ser una figura pública y
generar altos y constantes ingresos por su obra (canciones, discos,
producciones y conciertos), fue acusado en varias ocasiones de no pagar
impuestos al Servicio de Administración Tributaria (SAT) de su país, mediante
pagos programados, en los últimos años.

Aunque él negó esas acusaciones,
siempre trascendieron.

«Se dicen muchas cosas, pero
lo que hay es mucho respeto (a la autoridad fiscal) y lo que se debe se
paga», declaró en enero de 2014 el cantautor, quien falleció este domingo
en Santa Mónica (California, EE.UU.).

En su país lo acusaron de evadir
impuestos por una cantidad de la que nunca se precisó el monto entre 1998 y
1996.

Por aquel caso le embargaron 11
propiedades, pero las recuperó en 2000 tras pagar a la autoridad 22 millones de
pesos.

En los años 1994, 1997 y 2000 su
nombre se relacionó también con problemas fiscales, situación que se repitió
por última vez en México en junio de 2005 cuando la Agencia Federal de Investigación
(AFI) lo detuvo en el Aeropuerto Internacional de Ciudad Juárez (Chihuahua,
norte de México).

Entonces fue por defraudación
fiscal equiparada, derivada de la omisión del pago del Impuesto Sobre la Renta
por la cantidad de 4,17 millones de pesos.

Un adeudo que, según su
representante, era de 10 años atrás, por lo que fue liberado tras previo pago
de una fianza, logrando uno de sus varios acuerdos de pago con la autoridad.

Pero los «olvidos» y
fallos en el pago de impuesto del «Divo de Juárez» no se
circunscribieron sólo a México.

En 2008 se supo que debía más de
13 millones de dólares en Estados Unidos por lo que pretendían embargarle dos
ranchos en Miami (Florida) que puso a nombre de uno de sus hijos, Iván, quien
los remató para cubrir la deuda.

La mala administración de sus
finanzas y su exceso de confianza en las personas que manejaban su dinero le
provocó constantes dolores de cabeza con los que lidió hasta sus últimos días.

Alberto Aguilera Valadez, nombre
real del intérprete, siempre manifestó a sus más allegados que su herencia la
repartiría entre sus cuatro hijos: Jean, Jans, Iván y Joan, todos con el
segundo nombre de Gabriel y que son hijos de su amiga Laura Salas.

Sin embargo, fue Iván Gabriel, el
mayor, el designado como albacea y el que administró sus empresas y formó parte
de su equipo, puesto que debido a problemas familiares desheredó al parecer a
los tres restantes.

Según datos de la Academia Latina
de Artes y Ciencias de la Grabación, la obra artística de Juan Gabriel registra
150 millones de álbumes vendidos como intérprete y 75 millones como productor,
además de haber compuesto unas 1.800 canciones.

«Gano más como compositor y
productor, que como intérprete», dijo el cantante en la biografía
publicada por la Sociedad de Autores y Compositores de México, que remite a sus
inicios, porque en los últimos años se estima que Juan Gabriel cobraba 1 millón
de dólares por concierto y que desde su debut en 45 años de carrera acumuló más
de 15.000 presentaciones.

El portal CelebrityNetWorth.com
publicó tras su muerte que Juan Gabriel acumuló una fortuna de 30 millones de
dólares.

Como sucede con cantantes o
músicos que fallecen en activo, el creador de «Amor eterno» dejó
canciones, proyectos y grabaciones inconclusas que tarde o temprano tendrán su
publicación y por ende, ganancias.

Se estima que tendría entre
sesenta y setenta canciones grabadas, lo que da para media docena de discos. 




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