(Foto: Archivo/Cortesía)

Texto y fotos: Marielis Arteaga

Entre verdes y bellas montañas, la zona conformada por los pueblos de Bejuma, Montalbán, Aguirre, Miranda y Canoabo –a menos de una hora de Valencia- regala un abanico de posibilidades imperdibles

Durante un fin de semana puede disfrutar de un menú
bastante completo conformado por lo mejor de esta zona: artesanos, productores
gastronómicos, lindas iglesias y plazas, vistas llenas de sembradíos de
cítricos e insuperables posadas.

Deliciosos
encuentros

Para llegar a los llamados “Valles Altos” de
Carabobo –el estado cuenta con dos valles, el segundo es el de San Diego- debe
salir de Valencia por la vía que conduce hacia Barquisimeto, por la carretera
Panamericana.

Luego de pasar la Encrucijada de Tocuyito, empezará un
camino más verde, con curvas por más de media hora, hasta llegar a la entrada
del primer pueblo, Bejuma.

En plena carretera Panamericana observará el Aldea Artesanal Don Viviano Vargas, en
honor al tallista más importante de la zona, nacido en el pueblo de Canoabo.
Puede detenerse para que aprecie los diferentes puestos con ventas de artesanía,
comida y dulces típicos. Observará tallas de madera, artesanía en cerámica,
tejidos y otros detalles más que el ingenio de esta gente talentosa ha
producido.


Los Valles Altos están repletos de grandes artistas populares. Foto: Francys Guanipa

Más adelante, en el mismo sentido de la carretera, se
topará con una panadería, la más concurrida de esos predios. Justo en la
esquina, todos los días se detiene la popular familia “Churuguara”, quienes viven
hacía uno de los cerros de Aguirre pero que bajan hasta ese punto, a ofrecer sus
frescos quesos telita, de mano, ricota,
natilla y queso duro para rallar que son deliciosos.


Luego de la breve parada, retome la carretera y
llegue hasta la redoma de la Virgen de Lourdes. Justo en ese punto apreciará el
camino que lo llevará hacia Montalbán, Aguirre y Canoabo y a pocos metros se
topará con el Parador Turístico El
Portachuelo, en la encrucijada, abierto de martes a domingos, desde las
9:00 a.m a 6:00 p.m. 
Esa linda estructura blanca y de tejas es un centro
que congrega a maravillosos artesanos de la zona.

El Portachuelo invita a una parada llena de artesanía y sabores. Foto: Luis Rosales

Pasee tranquilamente por sus dos caras externas para
que vea accesorios en vitrifusión; tallas de madera; cerámica; tejidos;
juguetes para niños; jabones artesanales, aceites esenciales, velas aromáticas,
dulces típicos como los cascos de parchita o el cabello de ángel con piña; un
mini vivero con flores preciosas -bromelias, calas y las plantas de naranja-,
además de venta de comidas.

Pregunte por Inéz Belandria, pues es una mujer
venida de Brasil que hace años se enamoró de un venezolano y se quedó en estas
tierras. Ella y su esposo han producido miel, café orgánico, granola y tienen
un puestico donde venden cosas muy ricas como galletas, tortas, dulces,
chocolates de productores de la zona y las conservas y mermeladas Bucarito,
elaboradas por Lucía Padilla, quien todo lo siembra y cosecha en su finca en
Montalbán. ¿Los imperdibles? Los tomates secos en aceite, los pimentones, la
mermelada de mora y café y el chutney de ají dulce.

Foto: Luis Rosales

Después de Portachuelo tiene dos alternativas. Si conduce
hacia la izquierda, llegará al agradable pueblo de Montalbán, con su preciosa iglesia de la Inmaculada Concepción con
la única «Virgen Negra» o Virgen de Atocha.

Frente, en la concurrida plaza apreciará el
magnífico cotoperiz de Montalbán, debajo del cual, se han sentado todos los
pobladores pues tiene más de 200 años.

A solo 10 metros de la plaza encontrará la Galería de la Asociación de Artesanos,
a 10 metros de la iglesia. Encontrará bellísimas tallas en madera, pinturas y
cerámica, todos hechos por los artesanos de esta zona.


Una experiencia irrenunciable en esta zona es subir
por los senderos del Cerro La Copa y
conocer algunos de sus famosos petroglifos. Una recomendación es que lo haga de
la mano del guía, Alí Marvez, quien lo internará en los cerros para enseñarles
los vestigios de las etnias indígenas que habitaron los Valles Altos.

Alí es escurridizo así que pregunte una manera de
contactarlo en la Casa de la Cultura o pida que le remitan a un baquiano de la
zona.

Si en Portachuelo decidió continuar por la vía de la
derecha, llegará al sencillo pero agradable pueblo de Aguirre.

En este pueblo está asentada la reconocida Hacienda La Concepción, el recinto del
médico integral Efraín Hoffmann.

Es un destino para sentir las delicias de adelgazar
desintoxicándose, combatir problemas de la salud o sumergirse en una terapia de
relajación. En el Salón Azul todas las mañanas se hacen actividades como hatha,
yoga, tai chi, biodanza y tae bo.

La alimentación es absolutamente vegetariana con la
intención de recuperar el equilibrio del organismo.

También el pueblo de Aguirre, en plena carretera
rumbo a Canoabo se topará con el letrero que le indica la entrada al caminito
que lo conducirá a Amarama, una de
las posadas más hermosas  de esta zona y
el divino recinto de la amable Maritza Restrepo.


Amarama nació en 2005 y desde entonces es un remanso
de disfrute y paz para los viajeros que aprecian los detalles. Este es un lugar
lleno de flores y un eterno trinar de las aves, así que no provoca sino
respirar profundo y disfrutar de su rica piscina, sauna, cuarto de vapor donde
se practica la aromaterapia, el mirador con hamacas y sillas para ver
amaneceres y atardeceres preciosos. Si quiere un masaje mirando el eterno verde
de esta zona, Maritza lo complacerá. En la parte posterior de la posada hay un
patio de bolas criollas, caney para reunirse con la familia o amigos, un
pequeñito parque infantil, un amplio salón, una laguna hermosa llena de
cachamas y un pozo con peces Koi que nadan felices. No provoca salir en días de
este sitio porque la naturaleza brota por doquier, la atención es cálida y sincera y la comida cada vez es más rica, de la mano de entusiastas de la cocina que hacen ricuras con los ingredientes más sencillos. Coordenadas: www.amaramaposada.com y posada.amarama@hotmail.com 

Si decide pernoctar en Aguirre acérquese un ratico a
conocer la iglesia del pueblo del  Sagrado
Corazón de Jesús. Al lado, fue erigida una gruta en honor a Nuestra Señora de
Lourdes hace más de 100 años. Los domingos se realiza una misa a las 12 del
mediodía.

Puede continuar la ruta hacia el pueblo de Canoabo,
donde se topará con varias casas-talleres, sitios de trabajo de los más talentosos
artesanos de la madera. Sus tallas son famosas en toda Venezuela. Casi todos
descienden del maestro de artesanos, Viviano Vargas, quien falleció hace unos
años pero dejó el legado en sus hijos, sobrinos y demás familiares. Aprecie
esas tallas ingenuas tan coloridas que resumen la manera de ver el mundo de
estos habitantes.

Un nuevo motivo para llegarse a Canoabo es conocer a
la familia Morales, los creadores de Chocolates
Valle de Canoabo, unas delicias de chocolate oscuro, hechos con esmero.

Luis y Rodrigo son padre e hijo. Hace ocho años, el
padre compró la hacienda de nombre San Cayetano y desde entonces se ha
interesado seriamente en la producción de cacao y su hijo se entusiasmo a crear
la chocolatería en la misma hacienda, para convertir esos magníficos granos de
cacao en tabletas y bombones maravillosos.

Ambos han combinado la formación formal en el mundo
del cacao con la pasión autodidacta pero ahora reciben a personas los fines de
semana para llevarlos por un tour que dura una hora aproximadamente para que
conozcan las siete mil plantas de cacao que tienen, la zona de postcosecha y
luego la pequeña pero bien equipada fábrica de chocolates. Es un lujo que la gente no puede perderse porque no todos los días se puede ver como se hace un chocolate del árbol a la barra, con el mejor cacao del mundo como ellos mismos sostienen. Coordenadas: En Instagram @chocolatecanoabo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 




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