EFE

Los
sismos registrados el año pasado en la Ciudad de México pusieron de relieve
algunas de las grietas ya existentes en «Epopeya
del pueblo mexicano»,
por lo que se decidió emprender un proceso de restauración que finalizó
esta semana
y que devuelve el
«brillo» al conocido mural de Diego Rivera.

Un monitoreo acusó el inicio de la pérdida de algunos de los resanes -empleados
para dar unidad y estabilidad- de la obra, por lo que el proceso se planeó para
atender esos desperfectos y «hacer limpieza» al mural completo,
recuperando los colores originales, afirma a Efe Lilia Teresa Rivero Weber,
conservadora de Palacio Nacional.

El mural, ubicado en la escalera
principal del Palacio, plasma en un espacio de 270 metros cuadrados la visión del
artista sobre la historia del pueblo mexicano
, incluyendo la sociedad
prehispánica, la llegada de los españoles, la Revolución y el futuro, marcado
por la ideología marxista de Rivera.

A diferencia de los otros murales del corredor del recinto, que fueron
incrustados en la pared, «Epopeya
del pueblo mexicano» tiene la peculiaridad de estar realizado sobre muro
directo
, lo que hace que sea más sensible a los temblores y que requiera
acciones especiales, además de las labores rutinarias de eliminación de polvo o
telarañas.

Durante aproximadamente dos meses, un equipo de ocho integrantes del Centro
Nacional de Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble (Cencropam)
realizaron un trabajo que comenzó con una limpieza acuosa general y la toma de
algunas muestras para constatar la posibilidad de hongos, apunta a Efe el líder
del proyecto, Alejandro Morfín.

A continuación, prosigue, se pasa a revisar si los resanes -realizados con cal
y polvo de mármol o de arena- son estables y si es necesario nivelarlos o
cambiarlos, para pasar después a la reintegración cromática.

El material empleado para esto último es la acuarela, que es fácilmente
reversible y se aplica siguiendo las técnicas de puntillismo,
«rigatino» -líneas verticales cortas- o veladuras (capas finas de
pintura).

«Hay reintegraciones que se alteraron por oxidación, pero es normal»,
comenta Morfín.

Pese a que el muro directo es «muy
sensible» a los movimientos de la estructura, la obra a día de hoy se
encuentra estable.

Aún así, los temblores mantienen en alerta a los conservadores, y cada vez que
se da uno de ellos se emprende un recorrido por los murales del centro
histórico para constatar posibles daños.

En el fuerte terremoto que vivió la
capital en 1985, el muro norte de la obra -la destinada a la etapa
precolombina- fue fuertemente afectada.

«Se agrietó, hubo desprendimientos incluso», recuerda el líder del
proyecto del Cencropam, quien no obstante matiza que las partes más vulnerables
ya están detectadas y controladas.

Los murales el Palacio Nacional tampoco han logrado librarse del vandalismo;
hace unos años, recuerda Morfín, alguien perjudicó la obra «Desembarco de
los españoles en Veracruz» escribiendo sobre ella la palabra
«mentira».

Antes de la labor de la Cencropam se dio un trabajo de colaboración con varias
instituciones, como la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos del
Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) o la Escuela Nacional de
Restauración, para estudios previos, señala Rivero.

Primero se realizó un escaneo láser de toda la escalera principal y el mural,
un estudio RX para conocer cuáles son los pigmentos que Rivera empleó y un
vuelo de drones para hacer un análisis general del estado de la pintura y así
detectar los puntos que necesitaban ser atendidos.

El mural no había tenido una
intervención de este nivel desde que se realizó la restauración de 2009
, de
cara a la celebración del bicentenario de la Independencia mexicana.

Realizar acciones como esta, sostiene la conservadora, es complicado, dado que
el recinto es un espacio de protocolo presidencial en el que se recibe a los
mandatarios extranjeros que visitan el país.

Por ello, lo que ahora busca el equipo de Palacio Nacional es intervenir lo
menos posible y «llegar a procesos de conservación preventiva, y ya no
tener acciones directas en el bien cultural», como indican las
recomendaciones internacionales, concluye Rivero. 




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