Dayrí Blanco|@DayriBlanco07

A Cristinita le gusta el plátano. No tiene problema en comerlo sancochado en la mañana, en tajadas con el almuerzo y horneado en la cena. Pero a sus cuatro años pudo darse cuenta que algo pasaba en casa al contar ya más de dos semanas sin arepa ni pan en el menú. E incluso, en varias ocasiones el espacio que tradicionalmente ocupaban el arroz o la pasta en su plato del mediodía ha sido sustituido por yuca o papa. La escasez ha sido determinante en cada comida y en los daños irreversibles que ha causado en su salud el consumir 32% por debajo de las kilocalorías que requiere su organismo.

En cifras se trata de 90% de los escolares en el país los que han cambiado su rutina alimentaria de esa manera al lograr aportar solo mil 300 de las mil 900 kilocalorías que su cuerpo requiere. Las consecuencias son severas. Sin los carbohidratos y las grasas que aportan las harinas, la alimentación es deficitaria.

La mamá de Cristinita trata de hacer lo mejor que puede con lo que logra conseguir en el mercado pero hay productos insustituibles como la leche con sus aditivos proteicos que están excluidos el menú desde hace varios meses. “Eso es gravísimo. Un día que pase un infante sin al menos un vaso de leche no se recupera”, alertó Nixon Martínez, presidente del Colegio de Nutricionistas y Dietistas de Venezuela.

El lácteo aporta a los menores vitaminas y minerales vitales, como el hierro que contribuye a formación de hemoglobina. Su ausencia en la dieta diaria provoca debilidad, se retrasa su desarrollo y crecimiento y se suprime el sistema inmune que actúa durante cualquier enfermedad.

El especialista explicó que los trastornos a los que están expuestos niños como Cristinita son muy notorios y a corto plazo. “El decaimiento es el principal síntoma que se asocia a agotamiento constante porque los órganos del cuerpo no reciben los suficientes nutrientes para que funcionen con normalidad. Esto ha provocado niveles nunca antes registrado de deserción escolar por falta de alimentación”.

Cambio del patrón

Los nutricionistas antes recomendaban a la población una dieta balanceada conformada por tres elementos básicos: proteínas como carnes rojas o blancas, lácteos, huevos y embutidos; vegetales, que son la fuente de mayor cantidad de vitaminas y minerales; y arroz o pasta. A todo eso se le agregaba grasa en forma de aceite. Pero eso cambió. La realidad no permite armar un plato con todos esos productos.

La sugerencia es tratar de repartir de manera equitativa los alimentos que se puedan conseguir durante todo el día. La idea es que se hagan las tres comidas y no se cometa el error de sentarse en la mesa solo dos o una vez al día. “Y eso es lo que está pasando y se agrava la situación”.

En los adultos el déficit es más severo. Solo que por tener reserva calórica y de musculatura las consecuencias no son severas en el corto plazo. En promedio solo se consumen mil 600 kilocalorías diarias de las dos mil 500 que necesitan. Lo que es igual a un déficit de 36%.




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