EFE

Ante el ultimátum del líder del gobernante Partido Popular Democrático (PPD), Jaime Perelló dimitió este lunes como presidente de la Cámara de Representantes de Puerto Rico, pese a que hasta el momento no es acusado por ningún delito relacionado con la trama de corrupción con la que se le vincula.

«Para proteger a mis compañeros y no permitir que yo sea una excusa para que no se logre el triunfo de esta Cámara en el próximo cuatrienio, tomo la muy difícil decisión, pero convencido que es lo correcto, de renunciar a la presidencia de la Cámara de Representantes», anunció Perelló en el Capitolio de San Juan.

Desde un podio colocado en la rotonda interior del Capitolio puertorriqueño, rodeado de un gran número de representantes y empleados públicos y claramente emocionado, el político aseguró que tomaba esta decisión ante la fuerte presión ejercida desde su propio partido contra «compañeros» que se habían mostrado a favor de él.

Según dijo, éstos han sido amenazados con perder todo tipo de respaldos si seguían defendiendo la inocencia de Perelló y su decisión de no dimitir.

«Yo he sido claro con el pueblo. Yo les garantizo a ustedes, mis hermanos y hermanas, que yo no cometí ningún acto ilegal. Yo no estoy acusado de nada, por eso me he mantenido firme en este tiempo, pero hay causas que son más grandes que las mías«, añadió, para anunciar que la Cámara quedará en manos de Roberto Rivera Ruiz.

Esta dimisión tiene lugar después de que el pasado viernes el líder del PPD y candidato único de ese partido para las elecciones a gobernador del próximo noviembre, David Bernier, supeditara su candidatura a la renuncia de Perelló.

Desde entonces y durante todo el fin de semana se han llevado a cabo todo tipo de reuniones y conversaciones presionando para que Perelló renunciara a su cargo.

«Se hizo lo correcto. Sigamos hacia adelante», dijo Bernier a través de Twitter tras conocerse la decisión del ya expresidente de la Cámara de Representantes.

Poco después ofreció una conferencia de prensa en la que insistió en la importancia de mantener una «tolerancia cero» ante cualquier indicio de corrupción y dijo que evaluará las imputaciones que se hagan sobre éste u otros políticos y siempre se actuará de forma «honesta y con rigor».

«La transformación del país tiene que ser económica y fiscal (…), pero también en la forma de hacer política», dijo Bernier, quien también pidió a otros partidos políticos que retiren de sus papeletas a cualquier persona imputada o convicta por escándalos de corrupción.

La presión sobre Perelló empezó a crecer cuando a comienzos de agosto se declararon culpables dos de sus colaboradores implicados en un caso de corrupción en el órgano legislativo que él lideraba hasta hoy y vinculado con el empresario Anaudi Hernández.

El esquema de fraude consistía en favorecer con contratos a empresas de Hernández Pérez, quien fuera recaudador de fondos del PPD, que controla ambas cámaras legislativas y además es amigo del gobernador, Alejandro García Padilla.

Hernández Pérez presuntamente se valió de sus contactos en el PPD para, entre otros, hacerse con un contrato para proveer el servicio de telefonía de la Cámara de Representantes.

Perelló siempre defendió que no tenían conocimiento alguno de esa trama, pero a la presión de los partidos de la oposición se sumó en los últimos días la de sus propios colegas del PPD, especialmente a raíz del ultimátum de Bernier.

El secretario general del opositor Partido Nuevo Progresista (PNP), William Villafañe, dijo hoy que «la accidentada y tardía renuncia de Jaime Perelló no evita que él continúe al frente de una delegación legislativa que es responsable de que se adjudicaran contratos que respondían a un esquema de corrupción diseñado desde la sede del Partido Popular».

Desde el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP), la candidata a la gobernación, María de Lourdes Santiago, defendió que «la renuncia de Jaime Perelló está siendo utilizada como un mecanismo de doble distracción».

Así, dijo en un comunicado, le sirve al PPD como «pretexto para seguir evadiendo la discusión del mal de fondo, que es el inversionismo político (derivado del sistema de financiación de los grandes partidos) y la corrupción que engendra»




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