Heberlizeth González
/ @heberlizeth
hgonzalez@el-carabobeno.com
Goofy no paraba de ladrar. Casi delata a los secuestradores.
“Agarren al perro que chilla mucho”, dijo uno de los delincuentes empuñando su
revólver .38. Teresa (nombre falso) lo tomó entre sus brazos para calmar su
palpitar acelerado, así se mantuvieron hasta que terminó todo el “drama”.
A Aníbal (nombre ficticio) y a su esposa
Teresa los mantenían sentados en la cama. Dos secuestradores “volteaban” la
casa. Otro los cuidaba. Eran explícitos: “Viejo, ¿dónde está la caja fuerte? ¿Tienes
dólares, joyas?”, le preguntaban.
–¡No tengo nada de eso!, respondió Aníbal.
–Si conseguimos la caja eres hombre muerto, amenazó el
antisocial.
El “amigo fiel” de todo secuestrador no podía faltar: el
tirro gris. Los sujetos pretendían amordazar y maniatar a sus víctimas pero uno
de ellos los contuvo. A Aníbal y Teresa no les quedó de otra que cooperar y ver
cómo se llevaban su esfuerzo de años…
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