Murcia (España), 8 jun (EFE).-
Científicos de España y EE.UU. han identificado por primera vez la existencia
de un «reloj» celular en los tejidos adiposos que afecta directamente
a la tolerancia a la glucosa, y refuerza la tesis de que no se deben comer
dulces por la noche cuando el cuerpo tiene la mínima sensibilidad a la
insulina.

Esta investigación, que acaba de
publicar la revista FASEB (de la Sociedad Americana de Biología Experimental),
la han dirigido la catedrática de Fisiología de la Universidad de Murcia
(sureste de España) y profesora visitante en Harvard (EE.UU.) Marta Garaulet, y
el director de la división de Medicina del Sueño de esa universidad americana,
Frank Scheer.

Según ha constatado el estudio,
el «reloj» encontrado en el tejido graso funciona, además, mucho
mejor en las personas que se acuestan temprano y duermen más horas que en
aquellas con déficit de sueño u horarios irregulares.

«Este reloj celular puede contribuir
al ritmo diario de la tolerancia a la glucosa», dijo a Efe Marta Garaulet,
miembro de la Sociedad Española de Nutrición y que ha recibido esta semana el
premio nacional de la Real Academia de Gastronomía a la personalidad más
destacada del año.

«Nuestro estudio demuestra
que el tejido adiposo subcutáneo tiene un reloj interno que es capaz de regular
la sensibilidad a la insulina incluso estando in vitro, fuera del cuerpo», informó, por su parte, el
investigador norteamericano, que añade que ese ritmo «se adapta muy bien a
lo observado en los seres humanos en general cuando examinamos cómo hacen
frente a una comida o a una carga de azúcar».

Para llevar a cabo esta
investigación, los distintos equipos científicos de las cuatro universidades
trabajaron durante todo un año en el análisis y observación de muestras de
grasa subcutánea y grasa visceral extraídas de 18 personas de perfiles muy
distintos que se sometieron a cirugía de «bypass» gástrico en el
Hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia.
Con esas muestras, la investigadora María Paz Carrasco, también de la
universidad murciana, y miembros de su grupo crearon más de un millar de
explantes o cultivos de tejido adiposo que les sirvieron para identificar los
cambios que se iban experimentando en el funcionamiento de la hormona de la
insulina en función de la hora analizada.

Garaulet, una de las impulsoras
de la cronobiología y su relación con la obesidad en España, resaltó que este
trabajo explica por qué se toleran peor los azúcares por la noche, lo que
«puede llevarnos a picos de insulina que a la larga nos harán
engordar» porque «favorecen la entrada de grasa al tejido
adiposo».

Según la catedrática, tomar
dulces por la noche podría aumentar el riesgo de padecer diabetes y obesidad,
aunque ese problema podría mermarse con un número suficiente de horas de sueño
al día (al menos siete en adultos) y acostándose temprano porque son dos
factores que «ayudan a mejorar el funcionamiento del tejido adiposo».

Por otra parte, la investigadora
española subrayó a Efe la importancia de la colaboración interdisciplinar.

«Esta investigación es el
claro ejemplo de los buenos resultados que da la colaboración del científico
básico y el científico clínico», resaltó Garaulet. 




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