Luis Alejandro Borrero || @LABC7

lborrero@el-carabobeno.com

Cualquier momento del día es propicio. Los vecinos les llaman “Los cabilleros”. Es una banda que se dedica a sustraer las barras que forman parte del sustento del muro de contención del Lago de Valencia en el sector Mata Redonda y La Punta, a cinco kilómetros al sur de Maracay. Desde principios de 2016 el desvalijamiento de la estructura hidráulica que contiene unos ocho mil millones de metros cúbicos, y que funciona como único sostén de lo que sería una tragedia, se está debilitando sin que las autoridades hagan algo.

Mata Redonda es el último rastro de humanidad antes de encontrarse con la vastedad del Lago de Valencia: tres mil 140 kilómetros cuadrados de superficie acuífera con 22 islas. Esa justamente ha sido su condena. “Esto es un pueblo sin ley, sin Gobierno”, denuncia enérgicamente Fernando Klein, habitante de la última manzana de La Punta. Lo demás de su urbanización ha sido devorado por el crecimiento del Lago. La banda que se dedicaría a la reventa de las cabillas ha socavado el muro de contención, ilustra el vecino. “La parte del muro que da hacia el espejo de agua está seriamente afectada. El presidente del Colegio de Ingenieros de Aragua visitó hace poco y nos dijo que era una estructura que no era estable. Aquí no hallamos cómo pedirle ayuda al gobernador. Del otro lado del muro lo que hay es pánico”.

Si no fuera por el muro de contención la comunidad estaría bajo el agua. El Ministerio de Ambiente estableció como cota de seguridad del Lago 408 metros  sobre el nivel del mar (msnm) hace 37 años. La cota actual supera los 412 msnm. Klein ruega porque el Gobierno patrulle la zona y proteja a 512 familias que todavía quedan allí, y que están amparadas por una sentencia de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia: la 1632, que ordena al Estado a reubicar a las familias afectadas previa indemnización en bolívares por el valor de sus viviendas. El exgobernador Rafael Isea paralizó el proceso de adjudicaciones por presuntas denuncias de malversaciones. Hasta el momento la reubicación no se completa.

El muro se construyó en el año 2006, recuerda el ingeniero mecánico Germán Benedetti, exdiputado regional por Carabobo y experto en temas de potabilización, tratamiento e hidráulica. Se llevó desde la cota 408 hasta la 412 msnm. “Eso convirtió a Mata Redonda en una zona cercada de 100 hectáreas y permanentemente inundable”. Las aguas de lluvia de las zonas más altas en Maracay caen allí y no drenan por gravedad a ningún lado. Hoy día el muro ya alcanza la cota 414 msnm, es decir, seis metros de altura para evitar inundaciones, cuando el verdadero problema (el crecimiento del cuerpo de agua) no se ha resuelto de manera estructural. “Cuando vegamos a abrir los ojos ya no tendremos muro”, implora Klein.

COMUNIDAD ABANDONADA

La casa de Klein es la última, la más cercana al muro. Ya casi no se ve por la maleza. Tiene más de un mes pidiendo a la alcaldía de Girardot (Maracay) que mande unas cuadrillas para que le auxilien. “Tengo 65 años, yo salgo con mi machete a tratar de hacer algo, pero no es mucho. Ya basta de tanto olvido: aquí yo vivo con mi esposa y mis hijas”. A los últimos trabajadores de la alcaldía, que fueron hace dos meses, les robaron las podadoras, por lo que no volvieron más.

La semana pasada a una vecina la atracaron en Mata Redonda cuando llegaba a su casa. A ella le dieron un tiro en una pierna y a su hijo en el hombro, aparentemente. Klein agrega que hace poco mataron a un joven cerca de la parada de autobuses. “Es una desidia total. Le rogamos al gobernador Tareck El Aissami que no nos deje”. El módulo policial fue abandonado hace ya más de un año.

Klein tiene dos días llamando a Corpoelec. El tendido eléctrico se cayó parcialmente. En su casa solo hay una fase. La calle, por el contrario, quedó totalmente oscura. “Ya viene otro diciembre y nosotros metidos aquí. Dicen que el eslogan de la ciudad es ‘Maracay Bonita’, pues aquí en Mata Redonda y La Punta no la vemos”.

No están allí por gusto, sino por necesidad. “Créanme que si tuviéramos dinero, ya nos hubiésemos ido de aquí. Pero no tenemos cómo ¿A dónde?”, se pregunta el vocero. Pide al Gobierno y al Ministerio de Ambiente que ejecuten la sentencia que desde 2006 ordena la reubicación.





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