Luis Alejandro Borrero|@LABC7

Todavía están frías las paredes de la entrada al sótano. Cuatro mangueras salen desde allí mientras Víctor Morillo habla por teléfono. “Tengo la clínica colapsada. Sino, con mucho gusto”, dice a su interlocutor el jefe de mantenimiento. El Centro Médico Dr. Rafael Guerra Méndez sigue cerrado luego de que el desborde del río Cabriales le depositara al menos 14 millones de metros cúbicos.

Seis bombas de achique trabajan sin descanso. Morillo estima que todavía quedan ocho millones de metros cúbicos. Aún no se ha podido ingresar a zonas críticas, como rayos X, para evaluar cuánto daño sufrieron los equipos. “Recordemos que el agua que le llegó es la del río Cabriales, necesitamos primero sacar toda el agua, desinfectar y luego hacer la revisión”, contó a El Carabobeño este viernes.

Hay buenas noticias. Si las bombas hacen su trabajo bien, para el sábado 23 de abril gran parte de los sótanos podrían estar secos. Significa que, si durante el fin de semana el personal obrero trabaja con fuerza, el lunes se podrá restablecer por lo menos el área administrativa. Con agua limpia, puesto que los tanques también se inundaron. Se abriría parcialmente la clínica.

El apoyo institucional ha sido abnegado. Los bomberos de San Diego permanecen en el sitio. Se quitan el barro de las botas unos con otros. Se sientan en los muros de cemento para un breve descanso y luego continúan. La alcaldía de Valencia terminó de limpiar el frente de la clínica el día después del desastre, del pasado miércoles.

La parte médica deberá esperar tiempo indefinido. El material médico y las medicinas en los almacenes subterráneos quedaron cubiertos por agua. Ecografía y otras unidades de atención están paralizadas hasta tanto no se haga el avalúo de las pérdidas económicas que, de momento, son incalculables.




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