No es la primera vez que una situación como esta se presenta, ni tampoco es la primera vez que los habitantes tienen que soportar le desidia y la falta de interés de las autoridades para solventar este tipo de problemas. Migbelis Toro de 42 años vecina de Guacara, en el barrio El Libertador, denunció que la putrefacción generada por aguas de cloacales desbordadas, pone su salud y la dignidad de los habitantes de sector en riesgo.
Toro vive en la segunda calle del barrio. Afirma que el mal olor llega hasta su casa insoportable, pero las aguas negras no siempre pasa frente a su residencia. Relata que en la otra vía, «que llaman la calle uno» si esta anegada de aguas negras que impiden el libre transito por la zona.
Entre la indignación y el enojo que genera el sentirse ignorada, Toro denunció que las autoridades encargadas de reparar las fallas tienen un mes en la perenne promesa de solventar el problema. «Nos hemos cansado de llamar a Hidrocentro y siempre tienen una excusa, que si están ocupados o que tienen la camioneta mala»
La situación va mucho más allá de un simple mal olor, la ama de casa confiesa que este es muy difícil de describir, por lo que ha tenido que colocar paños húmedos en las hendijas de la puerta de su casa y cerrar las ventanas para evitar enfermarse.
La salud es algo que tambalea en el Barrio El Libertador. Los malos olores y las aguas residuales desbordadas generan en el ambiente un criadero de zacundos y mosquitos que ponen en riesgo la salud de niños y ancianos. Podrían contraer enfermedades peligrosas en un país sin medicinas. «A varios niños le han salido erupciones en la piel y estoy segura que es por esa suciedad» reclamó Toro.
En la comunidad viven alrededor entre 600 y 800 personas. Diariamente ocurren hechos que denuncian pero las autoridades prefieren no darle importancia porque son personas de bajos recursos, mientras tanto en mi hogar integrado por cuatro menores, yo y mi esposo esperamos la pronta reparación del sistema de aguas servidas.
