Los seres vivos, en este caso nos referimos a los humanos, poseemos gracias a la biología los mecanismos bioquímicos y fisiológicos que nos garantizan la vida. Además hemos sido dotados, y nadie sabe porque, ni de dónde vino, del intelecto, la capacidad de pensar, tener sentimientos y discernir mucho más allá del reto de obtener alimentos y reproducirnos. Esto nos ha permitido haber crecido para mejorar nuestro bienestar y de vivir en cavernas ahora lo hacemos rodeados de las comodidades que nos ha brindado el desarrollo. Este proceso ha sido un continuo “mirar hacia delante”, programar lo que haremos en el futuro para mejorar nuestro nivel de vida. De lo contrario la esperanza de vida seguiría siendo 30 o 40 años, el fuego sería nuestra única fuente de iluminación y la ley del más fuerte regiría, siendo obedientes a la ley de la selección natural, donde el intelecto poco importaría como ocurre con los animales.

La belleza que significa vivir y luchar por esa vida la sentimos como perdida

Ha sido tanto el retroceso en que nos ha envuelto a los venezolanos el socialismo del siglo XXI que han sido capaces de devolver la historia siglos y siglos. La belleza que significa vivir y luchar por esa vida la sentimos como perdida, ya no solo es que la esperanza de algún proyecto no existe, sino que el PRESENTE es ya inesperado, es nada menos que imprevisible. Parece mentira pero es verdad, el hoy no sabemos cómo será. Ya no es desespero, es la sensación de un náufrago en medio de un entorno conocido, es quizás una nueva situación afectiva  que habrá que definir. Estoy perdido en mi propio entorno sin haber perdido mis condiciones mentales de reconocimiento de la realidad

Esto se acabó, no hagan nada, no tienen nada que hacer y así seguimos gobernando. Esa ha sido la máxima de los gobernantes sostenedores de este régimen militarista que exitosamente siguen manteniendo. Habilidosamente han podido sortear a sus enemigos políticos, que somos la sociedad civil junto a sus partidos políticos asociados en Coordinadora Democrática o MUD en la actualidad, para marearnos con estrategias dilatorias que simplemente los mantienen en el poder. Siempre lo logran, no solo resquebrajan la solidez de la protesta, sino que la desarman y la devuelven a un estado de conmoción y nos tiran al ring comenzando otra vez el conteo: 1,2,3,4,5,6,7 hasta que nos levantamos a refugiarnos en la cuerdas o la esquina, para volver a pensar. Hace 1 año el 6 de diciembre del 2015 saltábamos en el ring como Leonard o Ali, hoy lucimos con la cara hinchada nuevamente en el rincón.

El comunismo y el totalitarismo se basan en acabar la esperanza y este régimen lo sigue logrando en el ciudadano común que trabaja y subsiste, a pesar de que quienes los adversamos somos una inmensa mayoría. Se impone una revisión de los mecanismos de lucha para enfrentar al régimen, solo en este año 2016, perdimos el revocatorio, las elecciones de Gobernadores, los presos siguen presos, la gente se muere de enfermedades sin tratar y de hambre. Creo que el balance al llegar diciembre para nosotros opositores es absolutamente reprobatorio. Esto no significa un desconocimiento de la MUD sino una revisión objetiva de logros por resultados. Los adversarios hemos crecido en número muy probablemente por el catastrófico desempeño del gobierno y la terrible situación económica, más que el accionar de las corrientes políticas opositoras. Sin embargo, no lo hemos sabido aprovechar. Hoy hemos perdido hasta la noción del día a día. El resumen del día a llegar a casa por las noches es siempre patético: no pude hacer tal cosa, solo obtuve esto, imposible conseguir lo otro. Ya hasta el día de hoy para el ciudadano es imprevisible.




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