Lo he dicho y no me cansaré nunca de repetirlo: no es absolutamente cierto que todo gobierno electo por el pueblo sea un gobierno democrático. ¡De ninguna manera! La historia enseña que ha habido y lamentablemente sigue habiendo gobiernos nacidos a través de elecciones democráticas, que han utilizado las instituciones del sistema para perpetuarse en el poder y convertirse en lo que yo llamo “democracias…totalitarias”. Así fue con Adolfo Hitler quien llegó al poder en Alemania en 1933 gracias a un proceso electoral ganado con mayoría abrumadora. Así fue con Benito Mussolini quien, después de haber llegado al poder en forma perfectamente constitucional, ratificó su condición de jefe de gobierno a través de una elección cuya pulcritud fue irreprensible… y podría seguir. Me imagino que nadie se atrevería calificar a esos “señores” como gobernantes “democráticos”. Hay más, me parece importante notar que el “modus operandi” para instaurar la que yo llamo, una democracia..totalitaria, es el mismo para todos.
Tratar de asumir el control del poder judicial y del poder legislativo, el sometimiento del fiscal de la República y el vasallaje de la FFAA, vasallaje que, en última instancia, puede ser suplido con la creación de un cuerpo paramilitar bajo el estricto y exclusivo mando del Presidente, y por último y para hacer más efectivo el control que tienen sobre el país, todos recurren a dos cosas: a la creación de un “partido único” y a una inmensa maquinaria de propaganda, para la cual necesitan mantener un control hegemónico sobre los medios de comunicación.Y esto porque esos dictadores que han llegado al poder con un golpe de estado, como Lenin, como Fidel Castro, como Pinochet, ni siquiera intentan legitimarlo (sería imposible), esos gobernantes que, en cambio, han llegado al poder por la via del voto, necesitan come el aire que se respira, atestar su condición de “demócratas” porque, de otra manera, correrían el riesgo de ser relegados por el mundo internacional, a la inaceptable condición de “dictadores”, término que, en teoría, aborrecen y que con una gran habilidad oratoria pero con una inmensa falacia, siempre han detestado.
Ahora bien, volviendo a lo nuestro, yo creo que todas las dudas que podía haber sobre la pulcritud democrática de los dos gobiernos que hemos tenido durante estos ultimos 18 años, dudas por otra parte confirmadas , entre otras cosas, por un abierto desconocimiento del derecho de propiedad -como no recordar el “exprópiese” con el cual se pensaba socializar los medios de producción en Venezuela- se han disipado con las ultimas decisiones de ese Régimen, como fue la de someter al T.S.J. la aprobación del presupuesto del 2017 -cosa completamente anticonstitucional- y la de suspender la recolección de las firmas para poder convocar el referendo revocatorio. Frente a esa demostración de autoritarismo anticonstitucional, se ha creado una situación sumamente crítica que no veo como pueda solucionarse con un diálogo entre las partes, así sea en presencia de un intermediario como los representante del Vaticano. Aquí se trata de hacer marcha atrás, reconociendo los errores cometidos, de desdecir ciertas decisiones de excarcerar a los presos políticos, de respetar la voluntad del pueblo y de acatar la Constitución. ¡Después y solamente después tiene sentido sentarse a dialogar!