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Consiguió el primer León de Oro para una película latinoamericana en 2015 y ahora el venezolano Lorenzo Vigas espera cerrar estos «dos años maravillosos» con el Goya a mejor filme iberoamericano para Desde allá, su ópera prima, una historia en la que ahonda en la condición humana y la paternidad.

Son sus principales obsesiones como cineasta, reconoce Vigas en una entrevista concedida a EFE en Madrid, donde su largometraje se proyecta estos días en Casa de América, y antes de viajar a Barcelona, donde se presenta hoy.

«Ha sido un recorrido increíble», reconoce Vigas (Mérida, 1967), un realizador de vocación tardía que antes de adentrarse en el cine estudió Biología en Estados Unidos, donde también se formó como realizador, labor en la que se inició como documentalista hasta que en 2004 rodó su primer cortometraje de ficción, Los elefantes nunca olvidan.

Fue el comienzo de una suerte de trilogía, que continuó con Desde allá y terminará con La caja, su segundo largometraje, que se desarrollará en México y que cuenta la historia de un joven de 16 años que va a buscar los restos de su padre fallecido.

Una película cuya primera versión del guión escribió en apenas dos horas tras ver una noticia en un informativo español sobre personas que buscaban restos de familiares fallecidos en la Guerra Civil.

Trasladó la acción a México porque lo que busca son «temas universales sobre la condición humana» que puedan darse en cualquier lugar y época.

Y una historia donde la figura del padre está muy presente, como ocurre en Desde allá, donde el punto de partida fue la incomunicación de un hombre, Armando (que interpreta el chileno Alfredo Castro) y su relación amorosa pero también paternal con el joven Elder (Luis Silva).

Una historia que se desarrolla en una convulsa Caracas, en medio de una enorme crisis económica y social, una situación que desde 2014, cuando se rodó el filme, no ha hecho más que empeorar, asegura Vigas.

«Ha habido una brutal devaluación de la moneda. Por ejemplo, en la película se habla de la compra de un coche por 20.000 bolívares y con ese dinero ahora apenas llega para dos arepas», resalta Vigas, que ha visto a vecinos suyos, de un barrio medio de Caracas, buscando comida en los basureros.

Una tremenda realidad que se refleja en su película pese a que no es eso lo que buscaba el realizador.

«Creo que como cineasta el punto de partida de una historia nunca debe ser buscar un comentario político. Hay que encontrarlo a través de una historia sencilla. Si lo buscas no lo encuentras», asegura Vigas, que considera Desde allá «una historia de amor imposible que refleja un momento histórico de alienación».

Un momento complejo en Venezuela donde parece que todo está diseñado para que los jóvenes y todo el que tiene algo que decir se vayan, en un «éxodo masivo» que les lleva a ciudades como Madrid y México.

Y aunque él está establecido en México -con muchos viajes a Caracas- desde mucho antes de que comenzara ese éxodo, Vigas está convencido de que la responsabilidad de todo es del ser humano y de las fronteras.

«Las fronteras terminan siendo un problema. Botas la basura en el país de al lado en lugar de contribuir a que las cosas mejoren en todas partes y no solo en tu país», reflexiona.

Él contribuye a esa mejora a través del cine, de pequeñas historias que son las que ahora le interesan, aunque no se aventura a prever si en el futuro seguirá por el mismo camino.

De momento sigue con su cine muy personal como director pero también como productor.

En esta segunda faceta está implicado en el nuevo proyecto del mexicano Michel Franco, Las hijas de abril, protagonizada por la española Emma Suárez y cuyo rodaje finalizó hace un mes.

A finales de mayo comenzará el rodaje de La caja, para la que aún no tiene actores y después quizá adapte un libro. Lo que tiene claro es que no quiere dar el salto a la televisión, tan de moda últimamente entre los cineastas.

«En las series el que manda es el productor, es su visión», asegura este venezolano con antepasados catalanes -«mi apellido viene de Bigas, un pueblo de Barcelona, y se transformó en Vigas» al cruzar el Atlántico- y a quien haría una especial ilusión cerrar la trayectoria de Desde allá con el Goya.




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