(Foto cortesía)

Felícita Blanco

La señora Odessa Pérez solicita una audiencia con el general Néstor Luis Reverol, ministro de Justicia, para explicarle una serie de irregularidades descubiertas en la muerte de su hijo, el taxista Jaiker Alfredo Santos Pérez (37), durante un dudoso incidente con policías ocurrido la madrugada del 24 de octubre, en El Pinar, sector de la Cota 905, donde también murieron otros tres pasajeros que estaban en su carro.

Santos Pérez vivía en la urbanización Atlántida de Catia La Mar, estado Vargas, trabajaba con clientes fijos y prestaba servicio en el aeropuerto de Maiquetía, después que se retiró la Aserca Airlines.
Esa noche un cliente lo llamó para que lo llevara del aeropuerto a Los Teques, le dijo a su familia que antes de las 10:00 estaría de regreso y no volvieron a verlo. Subió a Caracas con el pasajero, pero en un determinado lugar los detuvieron y llevaron a un barrio a buscar a los otros dos, quedando detenidos en un Toyota Machito blanco según la información confidencial que maneja la familia.

Por las redes sociales circularon las fotografías del carro envuelto en llamas y unos cuerpos carbonizados tirados en el pavimento. La versión policial indicaba que se trataba de una banda de secuestradores, que se enfrentaron con el grupo GTA del Cicpc, al mando del comisario Jerry Quijano.

«Mi reclamo es como madre. Mi hijo no era delincuente, me lo torturaron, tenía doble fractura de cráneo, pérdida de varios dientes, un tiro en el pecho», dijo.

De acuerdo con lo que les han informado unos expertos, no explotó ninguna granada porque no quedaron esquirlas y el incendio fue provocado por una sustancia inflamable, que los quemó de abajo hacia arriba. El cadáver de Santos Pérez no tenía piernas. Los dos cuerpos que estaban atrás, quedaron adheridos a los asientos y al levantarlos les desprendieron parte de sus carnes.

El educador Edgar Santos Pérez, hermano mayor de Jaiker, denunció que lo han amenazado de muerte. Varios encapuchados armados secuestraron a su hija el viernes 4 de noviembre en Carayaca, le mostraron fotografías familiares y le enviaron un mensaje: “Dile que se quede quieto, que deje las cosas como están”.

«No niego que temo por mi vida, pero si algo me pasa hay otros familiares que seguirán pidiendo justicia, somos muchos hermanos», comentó.

El docente no se explica porqué al cabo de 22 días, los funcionarios no le han enviado las actas del procedimiento al Fiscal 125 Jorge Rebolledo.

Y se pregunta: -Si el pasajero estaba solicitado, cómo es que pasaba por el aeropuerto sin que lo detuvieran. Mi hermano murió a las 3:00 según la autopsia y el incendio fue a las 5:00 a.m.

Tienen información de que chofer y cliente fueron torturados para que dieran la ubicación de los otros dos. En el sector no se escucharon disparos, solo el ruido de la explosión del carro al incendiarse y quienes se asomaron vieron el vehículo ardiendo.

En ese hecho también murieron Abraham José Abreu Infante, Álvaro Leonel Romero Hernández y Samuel Jonás Cabriles Flores. Dos de ellos tenían problemas con la justicia.

En La Atlántida han recogido más de 500 firmas en apoyo a la familia, incluyendo los consejos comunales.




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