Juan Miguel Matheus, diputado a la Asamblea Nacional por el estado Carabobo, piensa que el presidente Nicolás Maduro tiene dos caras, al referirse al proceso de diálogo. Cuando está con el PSUV se muestra fanfarrón e intransigente, y cuando está con el Vaticano es dócil y flexible.
El parlamentario considera que el jefe de Estado es preso de sus miedos. Frente al micrófono se somete a las demandas de los radicales del chavismo y a puerta cerrada siente temor a lo que pueda pensar de él el pueblo.
“Maduro vive la política del disimulo. Disimula frente al chavismo radical, disimula frente al Papa y disimula frente al pueblo. Pero los venezolanos que sufrimos la crisis en carne propia no podemos disimular el hambre, la enfermedad y los deseos de cambio que nos mueven”.
El dirigente de Primero Justicia exigió al Presidente respeto para el pueblo de Venezuela y para la Santa Sede, porque a su juicio actúa de manera irresponsable y manosea las esperanzas de justicia y paz de los venezolanos.
A entender de Matheus, mientras el país demanda soluciones políticas para restituir el orden constitucional y superar la grave crisis, Maduro se burla en cadena nacional y baila al ritmo de la salsa.
El diputado señaló que la gran verdad detrás de las fanfarronerías del jefe de Estado, es el quiebre del chavismo. Hay un sector del Gobierno que se niega a dialogar, que arrincona al Presidente y que lo considera débil e incapaz. Diosdado Cabello, Tarek El Aissami, Francisco Ameliach y Pedro Carreño desprecian el diálogo y, en su lógica de dominación, no le ven razón de ser. Por eso su verbo encendido es una manera de complacerlos y mantenerlos al margen.
Según Matheus, el Presidente rechazó el ultimátum del 11 de noviembre porque no le importa el tiempo, ya que come varias veces al día, tiene guardaespaldas y toma sus medicinas. “El ultimátum lo pone el pueblo de Venezuela, ese niño que se muere de hambre, ese enfermo que fallece por falta de medicamentos, ese padre de familia a quien no le alcanza el sueldo y ese joven que decide irse del país por falta de futuro. A Nicolás no le importa el tiempo, pero al pueblo que sufre sí”.