Vuelvo con el tema del diálogo. Si entendemos éste como la discusión sobre un asunto o problema con la intención de llegar a un acuerdo o solución, y lo aplicamos a los actuales momentos que vive el país, debería tener sentido y éxito. ¿Pero realmente es así? Se me antoja pensar que no. Los dos sectores que hoy se sientan en la mesa de diálogo tienen puntos de vista diametralmente opuestas sobre el país, sus problemas y sus soluciones.

Por un lado el gobierno entiende que el país debe enmarcarse dentro de un sistema socialista, socialista del siglo XXI como lo bautizo el teniente coronel felón, hoy difunto y que su mentor, Fidel Castro, lo llamó por su nombre exacto, sin eufemismos, COMUNISMO.

El otro sector, el de la oposición, no importa que sea de derecha o izquierda, entiende que el sistema que debe imperar en el país es el de un “Estado democrático y social de derecho y de Justicia, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y en general la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político”, tal como lo establece el artículo 2 de la Constitución Nacional.

Así las cosas y vista que ambas posiciones pareciesen irreconciliables, las discusiones en la mesa no llegarán a ninguna parte. El gobierno lo usará para ganar tiempo y la oposición para perderlo.   Pero además hagamos un somero análisis de por qué el diálogo. Parece que el gobierno está interesado en el diálogo porque la crisis que vive el país lo desbordó.

Pero esa crisis la creó el mismo gobierno. La caída de la producción y en consecuencia la escasez de alimentos y medicinas es su culpa. El desborde del hampa, el deterioro de la divisa, la corrupción, las violaciones de la constitución, de los derechos humanos y al propio Estado de derecho, los presos políticos, la pérdida de la institucionalidad, la politización de las FAN, todas son situaciones creadas por el gobierno. No por la oposición.

Entonces cómo puede la oposición, a través del diálogo, ayudar a resolver estos problemas, especialmente cuando el gobierno no admite esa realidad. Al gobierno le corresponde gobernar y a la oposición criticar. Para el gobierno la crisis no es su culpa, es de otros: la tal guerra económica, el Imperio, la burguesía, la derecha fascista, la IV república en resumen, la oposición. Pero jamás ellos. Y así cómo se puede llegar a un entendimiento para beneficio del país, del pueblo. Imposible. El gobierno se ve en el espejo y de allí construye los ataques contra la oposición. El gobierno da la impresión, casi la certeza, que lo que le interesa es mantenerse en el poder, no importa que el país se destruya. Más importante es Chávez y su legado.

En esas condiciones la oposición debe sentarse a dialogar? Claro que sí. Pero a pedirle, exigirle, conminar al gobierno a que resuelva los problemas del país,  que respete la constitución. A que abandone el comunismo y se reestablezca la democracia. No a sacarle la pata del barro. De lo contrario tiene pleno derecho de pedirle que se vayan. Que renuncien. Y elecciones generales ya.




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