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El gobierno estadounidense pagó más de un millón de dólares a lo largo de varios años a un padre y su hijo para que les entregara datos sobre traficantes de droga. En abril, las autoridades se enteraron de que al mismo tiempo de que trabajaban para la DEA, José Santos-Peña y José Santos-Hernández estaban ellos mismos vendiendo los narcóticos.

Las revelaciones complicaron el juicio a los sobrinos de Cilia Flores, esposa del presidente venezolano Nicolás Maduro.

Aun así, los dos sobrinos fueron hallados culpables el viernes de asociación ilícita para introducir más de 770 kilos (1.700 libras) de cocaína a Estados Unidos.

Los abogados de la defensa describieron al principal testigo del gobierno —el padre, Santos-Peña— como un embustero.

Padre e hijo se declararon culpables meses atrás de narcotráfico.




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