¿Significará para Venezuela algo diferente el gobierno de Donald Trump? Creo que no. Venezuela, con todo y su crisis, no representa prioridad alguna para Estados Unidos. No lo fue durante el gobierno de Barack Obama, aunque debe reconocerse que se produjo un cambio en la política después de que fue reelecto en 2012.

Una vez oficializado el sorpresivo triunfo de Trump, no veo señal alguna de que habrá un cambio en relación con Venezuela. La deriva autoritaria del régimen de Nicolás Maduro no será motivo de preocupación en el nuevo gobierno norteamericano que comienza en dos meses, en enero de 2017. Es importante tenerlo en claro.

Trump mencionó en un par de ocasiones a Venezuela. En una de ellas nuestro país sirvió de excusa para atacar al gobierno de Obama, así que desde mi punto de vista esa no cuenta genuinamente. En la otra, ante un auditorio en Miami, si hubo una mención explícita. Algunos lo ven como una señal de una incipiente política. Yo lo dudo.

El Trump que habló de Venezuela en Miami, según he podido confirmarlo, lo hizo a solicitud expresa del exilio cubano que organizó aquel acto en septiembre. Obvio que Trump mencionaría a Cuba, estando de campaña en Miami, y lo de Venezuela fue más una concesión a esos activistas cubanos que habían observado con preocupación la falta de menciones a los regímenes de Caracas y La Habana en los discursos de Trump.

La deriva autoritaria del régimen de Nicolás Maduro no será motivo de preocupación en el nuevo gobierno norteamericano

Para muchos allí, en aquel acto, se selló el apoyo de exilio cubano a Trump para garantizarle, como ocurrió, el triunfo en el estratégico estado de Florida. El tema cubano, en tanto, si será un asunto crucial no tanto por el propio Trump sino por el dominio republicano en ambas cámaras, en donde se le pondrá marcha atrás a la apertura iniciada por Obama.

El de Trump será un gobierno orientado al interior de Estados Unidos y eso sí nos podría afectar. Es previsible que se flexibilicen las normas ambientales, por ejemplo, y que se promueva la explotación de petróleo dentro de Estados Unidos. La combinación de ambos factores apuntaría a limitar seriamente la dependencia energética del extranjero.

Este escenario sin duda afectaría a una ya golpeada y endeudada Petróleos de Venezuela, empresa que tiene en Estados Unidos precisamente sus ingresos en dinero contante y sonante, ya que muchos otros negocios no implican pagos al momento por la venta de crudo. Pero en todo caso sería consecuencia de una política interna y no tanto una acción deliberada contra Venezuela.

En política exterior la prioridad será el combate al islamismo y construir una alianza con Rusia. Esto último podría significar un salvavidas para el régimen de Maduro, si hacemos política ficción. Sin embargo, tengo serias dudas de que en una reunión Trump-Putin el tema venezolano sea un asunto a  discutir entre ambos, teniendo problemas realmente álgidos (como Siria), en el que claramente Moscú y Washington han tenido posiciones antagónicas.

Las designaciones que haga Trump en su gabinete terminarán de dar pistas sobre qué podríamos esperar de su gobierno en relación con nuestro país. De confirmarse la designación de Newt Gingrich al frente del Departamento de Estado entonces debería esperarse una lucha frontal contra el estado islámico (ISIS en inglés) y posiblemente poco foco en América Latina.

Un asunto que podría debilitar aún más el interés en América Latina, y por tanto en Venezuela, por parte del nuevo gobierno de Trump es que figuras republicanas de peso en la política hacia la región rompieron públicamente con el ahora presidente electo (Roger Noriega y Otto Reich, por ejemplo). No se ve claramente hoy quién podría ser el colaborador director de Gingrich en caso de que éste sea formalmente designado como secretario de Estado, para atender a la región.

Y, finalmente, nos queda Alicia Machado. Ella es hasta donde sabemos la única venezolana con la que Trump ha tenido contacto directo y cotidiano. Y bueno, son públicas sus diferencias.

 




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