Han transcurrido 18 años desde aquel triste 11 de septiembre de 2001 en el que la acción terrorista del fanatismo islámico ha intentado poner de rodillas, no solamente los EE.UU. sino  a todo el mundo democrático occidental. Y he querido hacer énfasis sobre el término “democrático” porque, lamentablemente ha habido países cuyos dirigentes no se han asociado al dolor y hasta se han alegrado por esa hecatombe, considerando lo que ha sucedido como un justo y merecido castigo para el imperialismo yankee.

Han pasado 18 largos años desde aquel acontecimiento trágico frente al cual todos los hombres de buena voluntad han estado de duelo y al escuchar el himno de los EE.UU. se han puesto una mano en el corazón gritando “yo también me siento un ciudadano americano” en una demostración de solidaridad, de amor, de hermandad con el pueblo americano.

Han pasado 18 años, todos hemos visto a dos aviones llenos de gente estrellarse contra las dos torres del World Trade Center en el pleno corazón de Nueva York, hemos presenciado en vivo la muerte de miles de seres humanos inocentes, nos hemos horrorizado frente a esa terrible ola de violencia pero con el tiempo esa horrenda tragedia del 11 de septiembre del 2001 no solamente no se ha hundido en el tremedal del olvido, sino que se ha convertido en un recuerdo vivo y presente que condiciona nuestra forma de vivir. El temor de que todos, en cualquier momento podríamos ser víctimas inocentes de ese terrorismo fanático, condiciona nuestra forma de vivir.

Todo lo que ha sucedido después, incluyendo la lógica reacción frente a esa vergonzosa agresión terrorista, ha sido considerado “equivocado”  por gran parte del mundo occidental a tal extremo que muchas personas han llegado a pensar que lo que había sucedido el  11 de septiembre del 2001, no había sido un atentado sino un “auto atraco” de los mismos americanos para poder justificar la intervención en Iraq y adueñarse del petroleo iraquí contribuyendo, con esa loca teoría sin pies y sin cabeza, a alimentar de una manera despropositada ese sentimiento anti americano vivo y presente en mucha gente.

El terror de que en aquel momento  pudieramos ser víctimas de ese terrorismo fanático está vivo y presente. Sin embargo el concepto casi unánime según el cual el 11 de septiembre del 2001 se había perpetrado un infamante ataque contra el mundo occidental, se ha drasticamente convertido en un justo y merecido castigo contra el imperialismo americano. Lo triste es que haya quien se lo cree!

Desde Italia – Paolo Montanari Tigri




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