LONDON, ENGLAND - SEPTEMBER 16: A model walks the runway at the Burberry Ready to Wear Spring/Summer 2020 fashion show during London Fashion Week September 2019 on September 16, 2019 in London, England. (Photo by Victor VIRGILE/Gamma-Rapho via Getty Images)

Hace 140 años se confeccionó la primera gabardina y desde el primer momento se convirtió en una prenda habitual no solo en la vida diaria sino también en el cine, donde es todo un icono estilístico gracias a figuras como Humphrey Bogart, Audrey Hepburn o Catherine Deneuve.

La gabardina, tal y como hoy la conocemos, fue diseñada por Thomas Burberry en 1880 con el objetivo de reinventar las incómodas y pesadas prendas para la lluvia que había en la época.

Predecesora de la clásica ‘trench-coat’, recibió el nombre de Tielocken y enseguida se convirtió en la vestimenta elegida por aventureros e investigadores, permitiendo a Burberry establecerse en Londres con un negocio propio, hasta que en 1909 The Burberry se registró como marca para los abrigos de la empresa.

Poco después, con el estallido de la Primera Guerra Mundial, Burberry idearía su ‘trench-coat’, una gabardina que resistía las inclemencias meteorológicas sin coartar la libertad de movimientos, que rápidamente se popularizó entre los combatientes y que, aún hoy, se considera uno de los inventos más legendarios de la historia de la moda del siglo XX.

Y es que a la conclusión de la contienda, la gabardina se incorporó con éxito a la vida civil e incluso se instauró como proveedor de productos impermeables de la Corona Británica en 1955.

Todo ello sin obviar el peso que el mundo de la moda otorgó a la creación de Burberry, con colecciones de los diseñadores más prestigiosos como la línea Rive Gauche que Yves Saint Laurent inventó en los 60, mostrando que una prenda «funcional», considerado antaño un impermeable básico para hombres, podía adaptarse y ser tendencia.

Ya en los años 80 del siglo pasado, primero el diseñador tunecino Azzedine Alaïa y más adelante el francés Jean-Paul Gaultier presentarían unas gabardinas sobredimensionadas que después los japoneses Rei Kawakubo y Yohji Yamamoto convertirían en creaciones minimalistas.

Quizás los mejores intentos para globalizar la gabardina como prenda chic estuvieron en el séptimo arte, allá por los años 40, gracias a las películas de espías y detectives y a figuras como las del actor Humphrey Bogart, que popularizó la prenda en las famosas «The Maltese Falcon» (John Huston, 1941) o «To Have and Have Not» (Howard Hawks, 1944)

Sin obviar el clásico «Casablanca» (Michael Curtiz, 1942) y ese inolvidable final en el aeropuerto, con un melancólico Rick (Bogart) protegido de la neblina con una elegante gabardina, intentando sin éxito vencer a la nostalgia, momentos antes de despedir a su amada Ilsa (Ingrid Bergman), que escapa con su marido a Lisboa.

Secuencias míticas, con gabardinas encuadradas en primeros planos, que por esos años también tuvieron un protagonismo femenino con la actriz alemana Marlene Dietrich y cintas como «A Foreign Affair» (Billy Wilder, 1948), en la que encarnaba a una perspicaz cantante de cabaret.

Años después, Audrey Hepburn volvería a poner en primer foco a la gabardina en «Breakfast at Tiffany’s» (Blake Edwards, 1961), con secuencias tan reveladoras como aquella en la que una engabardinada Holly (Hepburn) busca desesperada a su gato bajo una constante lluvia.

Divas cinematográficas entre las que también se encuentra la francesa Catherine Deneuve, capaz de combinar un registro más dulce en «Los paraguas de Cherburgo» («Les parapluies de Cherbourg») (Jacques Demy, 1964) con la oscuridad de «Belle de Jour» (Luis Buñuel, 1967), vistiendo en ambas sensuales gabardinas con las que reforzar las características de sus personajes.

Más adelante, una Meryl Streep en pleno proceso de separación y lucha por la custodia de su hijo, luciría una sobria gabardina en «Kramer vs. Kramer» (Robert Benton, 1979) y el británico Michael Caine se pondría en la piel -y bajo esta prenda- del agente secreto Henry Palmer en una fructífera asociación que le llevaría a realizar cinco películas.

Una tradición, la de los espías y sus gabardinas, que está muy presente en el mundo literario con maestros del género como el recientemente fallecido John le Carré y sus novelas protagonizadas por el agente George Smiley, un tipo taciturno, inteligente y tremendamente aburrido en su forma de vestir, que se ve obligado a abandonar el servicio secreto.

Héroes inesperados muy presentes también en el mundo del cómic, con una tradición a sus espaldas de tipos aficionados a las gabardinas muy potente, que quizás comienza con las viñetas de «Dick Tracy» (1931), en las que un inspector de policía lucha contras las organizaciones criminales. Unas viñetas que en los 90 Warren Beatty llevó al cine.

Y dentro de la factoría de DC Comics se encuentra «Sandman», donde el lector tiene la oportunidad de seguir las andanzas de siete personajes, entre los que cabe destacar al detective Wesley Dodds, siempre arropado con su gabardina que adorna con una capa.

Más aterrador resulta Hellboy, la criatura medio demoníaca creada por el dibujante Mike Mignola, que se sirve de una fina gabardina para ocultar su inconmensurable cuerpo monstruoso.

Y con un toque de humor y mucha ironía aparece Deadpool, que fue llevado al cine por primera vez en el año 2016 y que presenta a un antihéroe, aparecido por primera vez en 1991, que en determinadas ocasiones decide cubrir su característico traje entallado rojo, con una clásica gabardina beige.

Aunque para gabardina inolvidable, la que vestía un apocado Clark Kent, conjuntada con unas enormes gafas de pasta, con las que el joven iniciaba una carrera periodística en el Daily Planet, muy cerca de su amada Lois Lane. Bajo ella, retirada en una cabina telefónica o a la carrera, se escondían la mítica capa roja y las mallas azules del salvador del planeta. EFE




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