La ansiedad es una realidad muy común. Es un estado de inquietud difuso donde la persona no encuentra el equilibrio; se haya sumido en un estado de conflicto interno donde no haya su propio espacio ni su tranquilidad. ¿Qué podemos hacer, hemos de recurrir a los fármacos?
En absoluto, podemos aprender una serie de estrategias sencillas con las cuales, abordar la ansiedad. Sabemos que no te encuentras bien. Que tu día a día está sumido en un estado de obligaciones continuas donde todos esperan mucho de ti. Donde todos tienen su lugar y, tú no encuentras casi nunca un instante para ti. Sientes cómo tu corazón bombea más fuerte de lo normal, que tienes taquicardias y que estás muy cansado. ¿Qué podemos hacer? ¿Has ido al médico y te ha recetado unos fármacos, quizá?

No te preocupes.

En primer lugar debes tomar constancia de que deseas cambiar tu situación. De que deseas encontrarte mejor. Excelente, porque si no hay voluntad no hay cambio. Así pues, toma aire y lee con tranquilidad estos consejos para intentar integrar estas estrategias en tu día a día. ¿Estás de acuerdo? Vamos.

1. Tómate tu tiempo a la hora de realizar tus tareas diarias

Parece una simpleza pero es una realidad muy importante. Ahora dinos ¿cómo te levantas por las mañanas, con prisa quizá? ¿Cuántas cosas sueles hacer a la vez? ¿Estás siempre pendiente del reloj para llegar a tiempo? ¿Estas haciendo algo y piensas al mismo tiempo en lo que vas a hacer a continuación? Ve con cuidado. Todos estos comportamientos acaban por quitarnos el aire, por sumirnos en un estado de ansiedad continua que se va a acumulando día a día. De seguir así, pueden aparecer enfermedades muy serias.¡ Ve con cuidado!

Empieza a cambiar desde mañana mismo. Cada tarea que inicies hazla con calma, y termínala. Si dejamos algo pendiente ello se convertirá en una carga para el día siguiente, así que lo mejor es terminarlas. Céntrate en la tarea con tranquilidad y efectividad, pero sin prisas. De lo contrario caemos en una agitación psicomotora en la cual, el cerebro, ante dicha actividad, cae también en un estado de ansiedad. Así que recuerda ¡Sin prisa y con calma!

2. Aprende a decir no

En muchas ocasiones nos cuesta decir “no”. Una hora más en el trabajo, un amigo que te pide que le ayudes en casa… los demás exigen cosas de nosotros casi cada día y no nos atrevemos a negarles nada. Eso está bien, pero es indispensable que aprendamos a jerarquizar tareas.

¿Qué es lo más importante que debo hacer hoy? Una vez hayas cumplido las tareas indispensables del día, es el momento de valorar qué deseas hacer. Piensa que día a día necesitamos mantener nuestra propia salud psicológica, y dentro de ello está el encontrar tiempo para nosotras mismas. Para hacer lo que queremos. Está claro que debemos ayudar a nuestros amigos pero si no es urgente, tal vez hoy sea más adecuado para ti salir a pasear.¡Piénsalo!

3. ¿Cuánto tiempo dispones al día para ti?

Respóndete de modo objetivo: ¿cuántas horas al día dispones para ti? No cuentes las horas que duermes por la noche, ese es un tiempo biológico indispensable para tu organismo. Pero las personas necesitamos también de ese intervalo psicológico de tiempo para ser nosotros mismos, para encontrarnos, para respirar y realizar nuestros hobbies, nuestros placeres sencillos en los cuales sentir esa pequeña felicidad básica en el día a día.

Disponer de ese tiempo al día es más efectivo que cualquier medicamento, te lo aseguramos. Intenta encontrar una hora al menos por la mañana y unas dos horas por la tarde. Es necesario, no lo olvides.

4. Cambia tus pensamientos

Cambiar nuestros pensamientos nunca es fácil, pero en ocasiones, es necesario. Puede que seas de esas personas muy exigentes consigo mismas, de las que cada día se auto-impone una serie de objetivos que cumplir, de tareas que, si no se hacen, nos sentimos mal.

Puede también que seas de esas personas muy preocupadas por lo que va a venir, que tengas una visión negativa de las cosas y que confíes poco en ti. Hay que cambiarlo. De lo contrario solo verás muros en tu día a día, paredes que te cercan y te quitan el aire. Hay que derrumbar esos muros, cambiar esos pensamientos y confiar más en nosotros manteniendo siempre el optimismo. Sonríe a la vida y no te exijas demasiado. Piensa que la vida merece la pena vivirla con tranquilidad. Cada instante que pasas preocupado y con ansiedad, es tiempo que perdemos, no vale la pena.

5. ¿Qué tal si aprendemos algunas técnicas de relajación?

Hay quién no confía demasiado en las llamadas técnicas de relajación. Y toda técnica de relajación va a tener como objetivo tres elementos: destensar tensiones muculoesqueléticas, cambiar y mejorar el modo de respiración, y aportarnos además un instante de obligada desconexión de nuestras obligaciones. ¿Cómo negarnos? Cuando nuestro cuerpo se va acostumbrando a estos instantes de relajación y sencillos ejercicios de estiramiento, por ejemplo, nuestra mente también se habitúa a la calma y relajación, instante en que empiezan a cambiar más cosas de las que pensamos. El yoga, por ejemplo, no es solo un compendio de ejercicios de relajación, en ella también está impresa un tipo de filosofía que nos puede ayudar en nuestro día a día. Vale la pena intentarlo.

¿Empezamos hoy a aplicar estas estrategias? ¡Mucho ánimo!




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