La alegría es la conexión con la dicha de estar vivo y el sentimiento profundo de vivir; la conexión con lo que de verdad uno es, quiere y desea”, expresa Silvia Arcas en una entrevista con EFEsalud.

¿Se puede clasificar la alegría?

Es muy compleja de clasificar, puede tener diferentes tipos de intensidad, se puede mezclar con otros tipos de emociones que le son compatibles como la risa, el humor, el amor, el optimismo, y alcanza así graduaciones sutiles, pero su clasificación es difícil, señala la psicóloga.

Hay gente que la identifica con el dinero, la salud o un trabajo maravilloso, pero en realidad no tiene nada que ver con eso. Es más conocer las necesidades fundamentales de uno e implicarse, comprometerse, luchar por ello, lo que no está exento de la aparición de emociones negativas ni de dificultades, expone Silvia Arcas.

Los seres humanos -prosigue- a veces tenemos el ansia infantil de envolver nuestra vida en alegría y no sentir ninguna otra emoción: ni pena, ni tristeza, ni nostalgia, ni ira, pero eso es imposible. Solo se encuentra y reconoce la alegría cuando uno ha vivido la tristeza. Las emociones son contrapuestas y están ahí todas juntas.

Alegría y consumo

Para esta psicóloga, la alegría tiene “condicionantes externos que nos cuentan como debemos obtener cosas que nos harían más felices y, en la sociedad de consumo rápido en la que vivimos, existe la creencia de que la alegría es un bien de consumo: debemos estar siempre alegres, eufóricos, dispuestos, no podemos sentir emociones negativas, y no es eso, no es eso”, reflexiona.

Se habla de gestionar la ira o la tristeza y poco de gestionar la alegría, que tiene su gestión también, su conexión con el conocimiento de uno mismo y sus verdaderas necesidades, más profundas y creativas. Tenemos no solo necesidad de dinero, trabajo o de una relación concreta con una persona determinada, tenemos necesidad de vínculo, apego, reconocimiento, protección, dignidad, estímulo mental, aprendizaje, dar lo mejor de nosotros… y luchar por ello con energía y creatividad”, afirma.

“La creatividad está muy relacionada con la alegría, y también con el juego, la exploración, la apertura a la experiencia, a no temer el cambio. Vivir los momentos duros desde la consciencia, como desafío y aprendizaje”, considera.

¿Por qué perdemos la alegría?

 

Las emociones no son ni buenas ni malas. Hasta la pena y la ira tienen su función. Son señales y avisos. No hay que negarlas, ni evitarlas, ni escapar de ellas, hay que conectar con ellas; son indicadores de que hay que hacer modificaciones e investigar en nosotros mismos, explorar. La alegría es el termostato que indica el buen camino ante las dificultades, un motor y  una motivación, resalta Silvia Arcas.

Las claves del manejo de la alegría son:

Conocerse a uno mismo, las motivaciones y necesidades profundas e internas.

Aceptar que el mundo está jalonado de emociones, ninguna es positiva ni negativa en sí misma.

Saber y comprender que existen los límites. Solo cuando podemos decir No es cuando podemos decir que Sí verdaderamente. Solo cuando podemos aceptar que hay cosas que no se pueden alterar, entonces sabemos las que sí podemos modificar.




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