Huyendo del hambre y las enfermedades que por años los ha diezmado, 600 indígenas waraos procedentes de Delta Amacuro, Monagas y Bolívar, han cruzado la frontera con Brasil durante los primeros 15 días del 2021, según reportan voceros del municipio Pacaraima de Brasil, junto a la organización no gubernamental promotora y protectora de derechos de los pueblos indígenas, Kapé Kapé.
Los indígenas que llegaron al municipio Pacaraima del estado Roraima, en Brasil, fueron ubicados en los cuatro centros de abrigo que el Gobierno brasileño junto con el alto comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) prepararon en la entidad, reseñó Correo del Caroní.
Huir como sea
La ola migratoria también se aceleró en sectores indígenas con poblaciones más pequeñas. Durante el último año, el indígena warao José Naveda ha visto cómo se van dos o tres familias de su comunidad en San Juan de Tucupita, en Delta Amacuro, cada vez que cae la semana de flexibilización por la pandemia de la COVID-19, cuando antes, dos o tres familias se iban anualmente.
Los migrantes waraos deben caminar largas distancias o pedir cola. En el trayecto son vulnerables a la explotación sexual o laboral, al maltrato, inseguridad social, desempleo y a condiciones que afectan su salud, como la deshidratación y el contagio de enfermedades infectocontagiosas como la COVID-19.
Algunos deben pernoctar por varios días en la calle vendiendo artesanías o haciendo algún oficio, hasta lograr reunir dinero suficiente para continuar con el viaje. Como la familia de 18 waraos que estuvo varada por más de tres meses en Ciudad Guayana.
Los indígenas se enfrentan -desarmados- a la dolarización de los productos alimenticios básicos y el alza descontrolada del dólar paralelo que impacta en el cada vez más inalcanzable precio de cada alimento. “Si conseguimos comprar una harina es un logro. Hay quienes pasan hasta dos y tres días sin comer”, dice Naveda.
Con información de Correo del Caroní.