EFE

 Al menos 720 cubanos
desertaron de las misiones médicas en Venezuela en lo que va de 2015 y entraron
irregularmente en Colombia donde esperan un visado a Estados Unidos
que para
muchos no llega y que les sumerge en la incertidumbre y la ilegalidad.

«Deserté porque la situación era muy precaria, la
alimentación era muy costosa y el salario no nos alcanzaba ni para aseo
personal ni para comida», dijo a Efe Yusel Mantilla, una fisioterapeuta que
afirma que en este momento más de mil cubanos se encuentran en situación
similar a la suya, esperando un visado estadounidense y con el temor de ser
deportados.

Mantilla, que llegó a Bogotá hace seis meses, destacó que la
situación que vive junto a sus colegas es bastante complicada ya que no tienen
trabajo y están «indocumentados tras entrar ilegalmente a Bogotá»
para poder acceder al Parole, un programa especial de visas de EEUU.

Tras formular la solicitud tienen tres meses para permanecer
en el país, pero ya «hay quienes han duplicado esa cifra».

Sin embargo, permanecer en Venezuela no era una opción para
ellos ya que el salario era tan bajo que no les permitía acceder a lo más esencial.

«Mi mamá me mandaba desodorantes, toallas sanitarias e
incluso sazón para la comida», explicó Mantilla.

Además estaban «controlados en todo momento» y
tenían con ellos a «varias personas que eran militantes del Partido
(Comunista Cubano
) que controlaban a cada momento» sus movimientos.

Según datos oficiales de Migración Colombia, actualmente 117
cubanos de las misiones médicas venezolanas están a la espera del visado
estadounidense
, mientras que 603 ya fueron deportados en lo que va de 2015 tras
pedir ese permiso y agotar su período de estancia en el país.

En total son 720 cubanos, un número que ya supera la cifra
de los 616 que ingresaron en Colombia el año pasado tras desertar en Venezuela.

Sin embargo, para acceder al programa deben conseguir llegar
hasta Bogotá sin ser retenidos en el camino.
Según Migración Colombia, en los
seis primeros meses de 2015 fueron detenidos 1.931 cubanos que estaban
ilegalmente en el país, algunos de los cuales podrían proceder también de las
misiones médicas en Venezuela.

Durante su estancia en Bogotá los médicos han tenido que
sobrevivir como pueden con sus escasos ahorros y superando los abusos quienes
se aprovechan de su situación.

Ahora «comen una vez al día» y
«sobreviven» como pueden en habitaciones rentadas
en las que duermen
hasta cinco personas, explicó Mantilla.

El regreso a la isla caribeña se hace además imposible ya
que «desde el momento en que abandona una misión usted deja de ser
profesional», ya que el Gobierno en Cuba, anula sus títulos profesionales,
agregó.

El odontólogo Carlos Hernández, otro de los integrantes de
la misión que se encuentra actualmente en Bogotá explicó que se unió a la
misión «porque era una salida económica» que les granjeaba a los
participantes unos 200 dólares mensuales.

Sin embargo, decidió desertar para ir a Estados Unidos,
donde tiene a buena parte de su familia.

Para llegar a Bogotá cruzó a Colombia de manera ilegal a
través de la ciudad fronteriza de Cúcuta gracias «a un contacto que nos
dieron».

En su travesía en autobús tuvo que seguir desembolsando
dinero, incluso a agentes de la Policía colombiana,
según denunció.

Sin embargo, Hernández es de los pocos que recibe dinero de
su familia que ya vive en Estados Unidos pero el limbo legal en el que se
encuentra le mantiene atado a una ciudad en la que no quiere permanecer.

En su mente, como en la de otros compatriotas suyos, existe
la posibilidad de pagar a algún traficante para que les interne ilegalmente en
Estados Unidos a través de Centroamérica en un trayecto que cuesta unos 5.000
dólares, cantidad de la que pocos disponen.

Para Rodelis Pérez, médico general, el restablecimiento de
relaciones entre su país y Estados Unidos «tiene que ayudar al
pueblo» y puede beneficiar su situación actual para conseguir convertirse
en alguien «que vive como cualquier profesional en el mundo entero».

«Yo solo quiero ir a Estados Unidos donde pueda hacer
mi vida con libertad», concluyó.




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