Historia y Tradición

La brillante operación militar “Toma de Puerto Cabello”, comandada por el impertérrito José Antonio Páez los días 7 y 8 de noviembre de 1823, empleando el Principio de la Guerra de “Sorpresa”, utilizando tropas desnudas en un sigiloso movimiento nocturno, ocupa los trincherones, y dos días después el castillo de San Felipe, último bastión realista en Venezuela. Concluye de esta gloriosa manera la guerra de independencia y el domino español por más de trescientos años; materializaba el sueño de Bolívar exteriorizado a los cuatro vientos en la antigua Roma en Monte Sacro el 15 de agosto de 1805. San Juan Bautista de Puerto Cabello, “Puerta Grande de Venezuela”, se ufana de atesorar relatos no olvidados desde su fundación.

El científico alemán Alejandro Humboldt en febrero de 1800, narraba sus emotivas impresiones de esta magnífica región, y quien mejor para cantarla que Don Ítalo Pizzolante con su canción “Mi Puerto Cabello”, convertida hoy en el himno del municipio. Nuestro siempre precursor Francisco “Libertad” Miranda, permaneció sus últimos días en Venezuela, encadenado en el fuerte San Felipe, antes de ser enviado el 3 de junio de 1813 hacia Puerto Rico, luego a Cádiz, su destino final, para convertirse el 14 de julio de 1816 en el “Caballero Andante Inmortal de la Emancipación Americana”. Casi lograda la independencia de Venezuela el 24 de junio de 1821 con la batalla de Carabobo, aún permanecían en manos realistas las guarniciones realistas de Cumaná, Maracaibo y Puerto Cabello.

Consolidar la ansiada emancipación, requirió poco más de dos años y sesenta y cuatro nuevas acciones militares, que culminarían exitosamente el 8 de noviembre de 1823 en Puerto Cabello.Desde septiembre de 1823, “La Primera Lanza del mundo”, le exigía mediante correspondencias al general Sebastián de la Calzada la rendición, pero la respuesta siempre fue negativa. Páez que ya había ocupado el fortín Solano, recibía información de las posiciones españolas dentro del fuerte a través de Jacinto Iztueta, quien enviaba datos con su esclavo Julián Ibarra.

La noche del cinco de noviembre, un capitán y dos tenientes acompañan a Julián en un reconocimiento. Páez contaba con el impetuoso general en jefe José Francisco Bermúdez, conocido como “José Francisco Pueblo”. El 7 de noviembre a las 10 de la noche, la “Toma” se inició desde el fuerte del Trincherón, sale Ibarra guiando por los manglares a 500 hombres desnudos al mando del mayor Manuel Cala y como segundo al mando el teniente coronel Andrés Elorza.

Un grupo de 400 infantes del Batallón Anzoátegui, comandados por el Tcnel brasilero José Abreu De Lima y 100 lanceros del Regimiento de Honor comandados por el Tcnel. Francisco Farfán; avanzaron durante cuatro horas en forma sigilosa hacia la ciudadela a unos mil metros entre los manglares con el agua hasta el pecho, desarrollando un combate sorpresivo de apenas media hora para lograr la rendición, y la ocupación inmediata de los baluartes Príncipe, Princesa y Corito.

El coronel realista, el coriano Manuel Carrera Colina en la confusión se escapa hacia el fuerte San Felipe donde resiste hasta el día 10; Sebastián de la Calzada y su estado mayor son entregados al general Páez a las seis de la mañana por dos sacerdotes que los tenían en la iglesia del Rosario; Calzada le entrega su espada a Páez en señal de rendición. Las bajas realistas fueron de ciento cincuenta y seis muertos, más de quinientos prisioneros, además de capturarse sesenta piezas de artillería, seiscientos fusiles, seis lanchas y tres mil quinientos quintales de pólvora, la corbeta “Bailén” fue incendiada. Por parte de las fuerzas republicanas, hubo diez muertos y treinta y cinco heridos. Iztueta es designado el 16 de noviembre alcalde del cabildo porteño.

El fiel Julián dejó de ser esclavo, recibiendo el grado de capitán y una vivienda. El Libertador dijo que: “Puerto Cabello, es el monumento más grande a la gloria de Páez”. Es de resaltar la actividad desplegada por el mayor Manuel Cala héroe de esta operación militar; estamos en deuda erigir un monumento o designación de alguna institución para honrar su nombre. De igual manera esta brillante acción militar debería designarse como efemérides municipal, regional y por qué no nacional por la connotación de culminar la presencia militar española en nuestro territorio luego de trescientos veinticinco años

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