La vorágine del día a día muchas veces empuja a incorporar determinados malos hábitos que pasarán factura el día de mañana. Por eso, sé precavido y evítalos.
- Saltarte el desayuno
¿No desayunas por falta de tiempo o miedo a engordar? ¡Error! Aumentarás de peso porque tendrás más hambre durante el resto del día y seleccionarás peor los alimentos, tendiendo a comer los más grasos y ricos en azúcares simples.
El desayuno debe constituir entre el 15-25% de nuestra energía diaria. Un desayuno ideal está compuesto por: lácteos (leche, yogurt, queso), hidratos de carbono (pan integral, cereales integrales…) y fruta. Se puede añadir aceite de oliva, frutos secos e incluso algo de proteína magra: jamón sin grasa, atún natural…
- La comida rápida, los snacks y el picoteo
Beber un zumo vegetal o de fruta natural, o tomarse cuatro nueces es totalmente recomendable en una dieta sana. Son los llamados snacks saludables. Ahora bien, si hablamos de otro tipo de snacks como ganchitos, patatas fritas, gominolas o chocolatinas ricas en grasas… está claro que van a ser perjudiciales para nuestra salud.
- Cenar tarde y mal
Ya lo dice el refrán: desayuna como un rey, come como un burgués y cena como un mendigo. Cenar tarde hace que tengas más problemas para un descanso adecuado porque tu organismo tendrá que hacer la digestión en las horas en que estás durmiendo.
Por otro lado, acumularás más “hambre” y acabar ingiriendo muchas más calorías de las recomendadas, que ya no quemarás pues te retirarás a dormir. Recuerda que la cena no debería suponer más del 20% de la energía total de tu dieta.
- La vida sedentaria
Es una de las 10 causas principales de mortalidad, morbilidad y discapacidad y constituye el segundo factor de riesgo más importante para la salud tras el tabaquismo.
La inactividad hace que se debiliten tus huesos y pierdas masa muscular. Te sientes más débil y tus posibilidades de padecer artritis, artrosis u osteoporosis serán mucho mayores en el futuro. También favorece la aparición del sobrepeso y la enfermedad cardiovascular. ¿Aún no te has convencido?
Es fundamental la prevención del sedentarismo, especialmente en la infancia. ¿Cómo? Con la adopción de un estilo de vida “activo” que incluya la práctica de ejercicio físico regular y a diario. Bastan 30 minutos diarios de actividad física, que puede incluir desde salir a pasear con el perro, bailar o practicar un deporte.
- No cuidar tu vista
Los adelantos tecnológicos de la vida moderna provocan que un gran número de personas se vea obligado a pasar mucho tiempo delante del ordenador, así como de otros dispositivos electrónicos. Esta elevada demanda visual, unida a factores ambientales, ha traído como consecuencia la aparición de un conjunto de síntomas que han sido descritos como síndrome visual del ordenador (SVO).
Este síndrome, que afecta a tres de cada cuatro trabajadores incide en su calidad de vida y se caracteriza por síntomas como ojos secos, dolor de cabeza, fatiga visual, visión borrosa y doble y dolor de cuello, espalda u hombros.
Si este es tu caso, procura evitar los reflejos, tener una buena iluminación, hacer pausas, parpadear para humedecer los ojos y, en caso de que sea necesario, aplicar lagrimas artificiales.
- Estar siempre estresado
Imagina que cuando tu coche está en punto muerto, en vez de estar en 1000 revoluciones por minuto estuviese en 3000 ¿Qué ocurriría? Pues que además de gastar un montón de gasolina estarías sometiendo al motor a una tensión innecesaria que acabaría dañándolo. Así es el estrés para el organismo, en situaciones de peligro físico viene bien para superarlo, pero en el día a día lo único que hace es consumir recursos del organismo sin utilizarlos para nada útil. Y todo porque le dices a tu cuerpo que estás en peligro en situaciones que, aunque parezcan difíciles, no suponen ningún peligro inmediato para tu supervivencia.
La clave pasa, sobre todo, por aumentar tu seguridad personal, para que las situaciones a las que te enfrentas en el día a día no las identifiques como peligro. También por cambiar pautas en tu pensamiento, ya que las personas que permanentemente piensan en negativo están sometidas a una fuente de estrés permanente.
- Las preocupaciones
‘Pre-ocuparse’, como su nombre indica, significa ocuparse antes de tiempo y es obvio que no debes ocuparte ahora de cosas que todavía no han ocurrido. Esto significa que pones tu cuerpo en tensión y tu mente a trabajar, y no debes olvidar que las células que más energía consumen son las neuronas.
Además, cuanto más te preocupas por algo negativo, más queda tu mente secuestrada por las emociones de miedo, rabia o tristeza que estás sintiendo y, en vez de buscar soluciones para resolverlo, lo que hace es centrarse más en las características negativas de la situación creándose un círculo vicioso.
Como dice el proverbio chino: “Si una cosa tiene solución, ¿para qué preocuparse? Y, si no la tiene, ¿para qué preocuparse?”
- No ponerte crema
La piel es la barrera que te protege del entorno y atenderla es cuidar una parte fundamental de tu cuerpo.
Las agresiones externas producidas por el sol, el aire y todo tipo de agentes químicos y ambientales hacen que tu piel sufra y se reseque. Por ello hay que prestar una especial atención a su nivel de hidratación. El uso de crema no sólo mejora la consistencia de la epidermis, sino que además mantiene la humedad, contribuye a la regeneración de células, proporciona vitaminas y otras sustancias esenciales e incrementa la elasticidad.
Ya lo sabes, toma nota y elimina estos malos hde tu rutina diaria. Tu cuerpo y mente te lo agradecerán.