El 17 de julio de 1853 nació en la comunidad carabobeña de San Joaquín, Alejo Zuloaga Egusquiza, hijo de Alejo Zuloaga y Aguirre y de Salustiana Egusquiza y Perdigón, de origen vasco. Realizó sus estudios en el Colegio Nacional de Carabobo, pero los problemas causados por la revolución liberal de Guzmán Blanco, llevaron a ese colegio al borde del cierre y fue justamente el joven Zuloaga, de tan sólo 17 años quien, lo salvó, conjuntamente con otros jóvenes compañeros, impartiendo clases en aquellas asignaturas que ya habían aprobado y estudiando al mismo tiempo, las que no habían cursado.

En 1869 se graduó de bachiller en Filosofía. Posteriormente se fue a estudiar en el Seminario de Caracas, pero ahí descubrió que tenía vocación de educador, no de sacerdote y regresó a Valencia para continuar trabajando en su Colegio Nacional de Carabobo, logrando para 1874 el apoyo oficial del gobierno y un correcto funcionamiento del mismo.

Después de fundar su propio colegio que llamó “Cajigal”, en 1877, se doctoró en Derecho Canónico en la UCV y, para 1889, fue nombrado Rector del Colegio Nacional de Primera Categoría de Carabobo, cuya sede era el hoy edificio emblemático de la Universidad de Carabobo.

Este edificio se vio afectado por servir de cuartel a ambos ejércitos, el del gobierno de Andueza Palacio, que pretendía perpetuarse en el poder y el de los rebeldes, encabezados por el general Joaquín Crespo. Este último, al resultar victorioso, cumplió con la promesa hecha al Rector del Colegio Nacional de Primera Categoría de Carabobo, Dr. Alejo Zuloaga, no solo de restaurar el edificio, sino de fundar la Universidad de Valencia.

El ensayista e historiador valenciano Felipe Herrera Vial, citó en una oportunidad un comentario que de él le hiciera su discípulo del Colegio Cajigal, el Dr. Enrique Tejera: “yo debo enseñar a aprender”.

El mismo autor menciona que la angustia y preocupación del Dr. Zuloaga era querer convertir a Valencia en un centro cultural de primera magnitud en el país, todo ello a través de la Universidad. Y es que la Universidad de Valencia, según el informe que realizó de ella, el mismo Zuloaga en 1895, fue organizada y provista de todo lo necesario para su alta misión: laboratorios, biblioteca, sala de física y matemática, instalaciones hospitalarias y culturales, un observatorio meteorológico y un museo natural; convirtiéndose, la Universidad de Valencia, en una de las mejores de la región, incluyendo países vecinos. Con las Facultades de Ciencias Políticas, Ciencias Médicas, Ciencias Filosóficas y Ciencias Teológicas, el mismo Zuloaga afirmó: “La Universidad es la verdadera escuela de la responsabilidad”.

El Dr. Zuloaga se distinguió por su honestidad administrativa, por su constante lucha por el mejoramiento docente y porque sus estudiantes recibieran toda la amplia cultura y manifestaciones innovadoras que sacudían al mundo a finales del siglo XIX. Sin embargo, en enero de 1900, por desavenencias políticas y problemas de salud, entregó el rectorado al Dr. Alejo Machado.

Tres años más tarde, gracias a las mezquindades de políticas equivocadas y, para desgracia de los valencianos, el gobierno del dictador Cipriano Castro decidió clausurar la Universidad de Valencia, por decreto y aquel sueño del Dr. Zuloaga, que se había hecho realidad, se desvaneció, al tener que cerrar las puertas en 1904.

Alejo Zuloaga, ese mismo año fue nombrado en Caracas miembro de la Corte Federal y de Casación, pero su modestia no lo dejó aceptarlo. Luego de unos años, lo nombraron Rector de la Universidad Central de Venezuela, pero cada quincena regalaba su sueldo a los necesitados, especialmente a los estudiantes más pobres, no quedándole nada ni para vestirse y, con los años, renunció. Cuentan que añoraba su ciudad, su Cabriales, y especialmente, su Universidad de Valencia.

Hoy en día, en 2023, los docentes venezolanos viven una de las crisis más duras, gracias, entre otras cosas, a bajísimos y humillantes sueldos, que no les permite vivir con dignidad. Se le escuchó al ministro Jorge Arreaza, animar a jóvenes estudiantes de tercer año de bachillerato, a que enseñaran ellos a sus compañeros, ante la ausencia de los maestros que protestan por su situación. ¿Será que el ministro quiere que imiten al Zuloaga joven? Preferiríamos que imitara él al Zuloaga anciano y regalara su sueldo a los necesitados.

Hace casi cien años, el 26 de diciembre de 1923, a los 71 años, las campanas de la catedral de la capital del estado Carabobo, anunciaron con tristeza la muerte de este insigne ciudadano, que soñaba que, enseñando, pudiera convertir a Valencia en el primer centro cultural de Venezuela.

Algún día maestro, algún día.

anamariacorrea@gmail.com




Estimado lector: El Diario El Carabobeño es defensor de los valores democráticos y de la comunicación libre y plural, por lo que los invitamos a emitir sus comentarios con respeto. No está permitida la publicación de mensajes violentos, ofensivos, difamatorios o que infrinjan lo estipulado en el artículo 27 de la Ley de Responsabilidad en Radio, TV y Medios Electrónicos. Nos reservamos el derecho a eliminar los mensajes que incumplan esta normativa y serán suprimidos del portal los contenidos que violen la Constitución y las leyes.