El agua y las piedras acabaron con las viviendas. (Foto Archivo/Ubaldo Medina)

Quince años han pasado desde la tragedia considerada como el peor desastre natural ocurrido en Venezuela después del terremoto de 1812. Desde la madrugada del 15 de diciembre de 1999, los habitantes de Vargas comenzaron a sentir lo que muchos llamaron el sonido de la muerte. Era el ruido de la fuerza impresionante de las aguas que reclamaban su cauce natural, lo que arrasó con casas, edificios, vehículos, universidades, hoteles, clubes, comunidades, vialidad, entre otros.

Enormes cantidades de lodo y rocas viajaban desde más de 2 mil 400 metros de altura, a una velocidad vertiginosa hasta de más de 100 kilómetros por hora, haciendo que el abanico aluvial acabara con todo lo que estaba a su paso.

Miles de personas fueron desplazadas y pueblos enteros quedaron devastados. Entre la infraestructura perdida por el desastre, la parroquia Macuto fue uno de los sitios más afectados por las crecidas de los ríos La Veguita y El Cojo, que bajaban como un monstruo, cuya altura llegaba a unos 9 metros. A quince años de esta catástrofe se podría decir, que la recuperación de Vargas se observa en dos etapas, los balnearios, avenida España, Maternidad de Macuto, canchas y estadios, y por otro lado se mantienen las ruinas de los edificios hundidos y devastados en Los Corales, hoteles Sheraton y Meliá, el Castillete de Reverón, que aún esperan a ser terminados, y ni hablar del nulo saneamiento ambiental y de servicios básicos, destacó el arquitecto Wilmer López, en su investigación sobre la reconstrucción de Vargas.

Según el Fondo Único Social y la exigua Autoridad Única de Área del Estado Vargas, 54 mil 392 personas quedaron damnificadas y 240 mil afectadas. Las viviendas podían ser recuperadas. Aún no existen datos oficiales de fallecidos, y se habla hasta de 50 mil.

Estos resultados hacen que hoy este deslave natural aparezca en el libro de récords Guinness como el mayor número de víctimas mortales por un alud de barro. El último censo del 2011 revela que cerca de la mitad de estos varguenses regresaron a recuperar sus casas. Protección Civil registró unas 40 mil 600 viviendas afectadas en el deslave; 45% (unas 18 mil), fueron declaradas inhabitables. Hoy al menos el 35% de estas viviendas está ocupado; y los daños urbanos fueron calculados en mil 729 millones de dólares.

Los testimonios son impresionantes, y quizás uno de los más dramáticos que quedó reseñado fue el protagonizado por el periodista de Venevisión, habitante de Vargas, Raúl Escarrá, quien en forma dramática y heroica salvó la vida de la niña María Eugenia Pérez, a quien tuvo que desenterrar entre lodo y escombros.

Esto hizo fluir el espíritu solidario de venezolanos y extranjeros; aunque 15 años después sus habitantes sienten miedo cada vez que llueve y ruegan a Dios que esto no se repita. Todavía más de cien familias esperan para este año como regalo de Navidad saber qué pasó con sus seres queridos, ya que a pesar de las promesas gubernamentales la ayuda fue muy poca. (BM)

Con datos del diario El Universal



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