(Foto Archivo)

AFP

Los científicos ahora pueden comparar el ADN del estiércol de elefante con el ADN extraído del marfil para rastrear la fuente de los enormes e ilegales cargamentos de colmillos y baratijas de marfil que atraviesan las fronteras.

Los expertos esperan que este método dé lugar a una ofensiva contra la caza furtiva en las dos regiones de África donde la mayoría de las muertes de elefantes tienen lugar, según un estudio publicado el jueves en la revista Science.

El comercio ilegal es responsable de la muerte de 50.000 elefantes africanos al año y resulta en el decomiso de 40 a 50 toneladas de marfil.

La mayoría de la demanda de marfil llega de Asia, donde es tallado para la joyería y manufactura de otros «souvenirs», que dan grandes ganancias a los traficantes.

Las zonas más problemáticas son el sur de Tanzania y el norte de Mozambique, seguidas por un ecosistema protegido que incluye partes de Gabón, República Democrática del Congo, el sureste de Camerún y el suroeste de República Centroafricana.

«Es una importante organización criminal transnacional», dijo el coautor del estudio Samuel Wasser, de la Universidad de Washington.

«La identificación de estos importantes focos (de caza furtiva) impide que los países involucrados en este comercio nieguen la extensión de su participación en él. También permite que la comunidad internacional trabaje unida con estos países para dar fin a este comercio y detener el flujo de marfil de estas redes criminales», señala el informe.

El tiempo es fundamental, porque sólo quedan 470.000 elefantes africanos y alrededor de una décima parte de la población desaparece cada año por la caza furtiva.

Para el estudio, los investigadores analizaron 28 decomisos de marfil obtenidos por las autoridades entre 1996 y 2014. Cada arsenal contenía más de media tonelada de colmillos.

Luego, para rastrear el origen de este marfil decomisado, los científicos tomaron muestras de estiércol de 1.350 elefantes, incluyendo ejemplares de la sabana y de la selva, en 71 localidades a lo largo de 29 países africanos.

Al cotejarlo con el ADN de los colmillos, pudieron crear un mapa que mostró de dónde éstos provenían.

Desde 2007, la mayoría de los colmillos de elefantes han salido de Tanzania y Mozambique.

Pero la mayoría de los colmillos de elefantes de selva vienen de Gabón, República del Congo o República Centroafricana.

 

– Ya es suficiente – 

Los expertos saben desde hace tiempo dónde operan estos grupos criminales, pero Bill Clark, un asesor de Interpol, dijo que el estudio está ayudando a las fuerzas del orden en zonas críticas donde el intrincado comercio de marfil cruza muchas fronteras internacionales.

La investigación «está ayudando a entender la estructura y la dinámica de las organizaciones criminales transnacionales que están detrás», dijo Clark a periodistas en una conferencia telefónica.

«Es parte del rompecabezas», añadió. «Observar, encontrar, identificar el origen del marfil nos ayuda a juntar las piezas».

Wasser añadió que espera que este estudio ejerza presión sobre las naciones africanas para que tomen acciones firmes contra los contrabandistas.

«Será mucho más difícil para ellos negar la magnitud del problema. Pero también ayudará a que la comunidad internacional se una y diga que ya es suficiente», señaló.

Los expertos también indicaron que este mismo tipo de tecnología de análisis y rastreo de ADN podría utilizarse para ayudar a capturar a los criminales que comercian con otros animales, como leones, tigres y leopardos.




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