Luis Alejandro Borrero | @LABC7

La joven pareja entró al ambulatorio. En el rostro de la mujer había dolor. Se tocaba su vientre. Tiene al menos dos meses de embarazo. Se sentó en una de las 18 sillas de la sala de espera en el Hospital Jesús de Nazareth en Bucaral. El centro de salud, a media hora de camino al sureste de Valencia está abandonado por el gobierno regional. El personal médico lo sabe, y a los pacientes les espera el desahucio de encontrarse con la realidad.

Cerca de la entrada del consultorio hay un papel: “La salud no tiene precio”.

A las 12:24 entró la pareja. Los atendió un doctor joven, con lentes y uniforme marrón. Miró a la mujer y enseguida se dio cuenta del dolor. La muchacha se sentó en una silla plástica para que, del otro lado de un escritorio, le hicieran las preguntas básicas. Hacía gestos de haber vomitado, tener dolor en la cabeza y con síntomas que se repetían. El médico le pidió que se acostara en la camilla del cuarto.

Pidió que respirara despacio. Puso el estetoscopio en su vientre. Esperó unos segundos y repitió el proceso. No había diagnóstico claro. Pero el dolor seguía allí, ante la mirada del joven que estaría por ser padre. Los tres consternados. Entonces el médico hizo algo con lo que se demostraría la precariedad del hospital: ir por unas medicinas.

El doctor salió del consultorio apenas nueve minutos después de iniciada la consulta. Se dirigió hasta la mesa de atención en la sala de espera, donde dos enfermeras llevan un conteo diario de pacientes. El muchacho tenía cara de preocupación. Preguntó en voz baja: ¿Será que tenemos aspirinas?. La respuesta de la enfermera fue inmediata: “Tenemos, pero poquito, para casos así… ¡Tú sabes!” dijo en referencia a algo mucho más grave.

El joven volvió a su consultorio, con las manos vacías. La mujer se ponía la mano en la cabeza, cerraba los ojos y apretaba los dientes, su pareja se mordía los labios frustrado.

La enfermera siguió al médico hasta su consultorio. “Doctor, tampoco tenemos”, replicó sobre una opción que había propuesto el galeno. A este no le quedó más que firmar un récipe con medicamentos que en Hospital de Bucaral pudieron haberle dado a la pareja.

Los jóvenes se retiraron sin resultados, y con el mismo dolor.

Robos y obra paralizada
Un trabajador del hospital, cuya identidad ha sido protegida, confirmó que han habido robos de equipos en lo que debió ser el hospital Jesús de Nazareth de Bucaral. “Aquí la situación es crítica, como en todos los hospitales. Sobre todo con el tema de insumos”. La rehabilitación del hospital, según voceros de un colectivo de médicos comunitarios llamado L-19, ha costado 140 millones de bolívares. Se suponía que ayudaría a descongestionar el tránsito de pacientes de la Ciudad Hospitalaria Dr. Henrique Tejera, principal centro de salud de Carabobo.

La obra se paralizó en 2012 y quedó en 70%. Tres unidades de cuidados intensivos y todos los servicios y especialidades médicas nunca pudieron ser inauguradas. Los pisos cinco y seis permanecen inoperativos. Lo poco que funciona de la estructura, hecha en 1976, es la sala ambulatoria donde la pareja acudió.

El propio Registro Nacional de Contratistas (RNC) demuestra que la obra no se culminó.

La empresa Incoserca (Ingeniería de Construcciones y Servicios C. A.) muestra en su registro público que en 2012 contrató para el ministerio de Salud tres proyectos de rehabilitación del Hospital Bucaral. La obra, que duró un año (desde el 6 de junio de 2011 hasta el 6 de junio de 2012) quedó en 35%.

Los otros dos contratos, esta vez para la Fundación de Edificaciones y Equipamiento Hospitalario (Fundeeh) aparecen como culminados al 100%. La empresa, con sede en el estado Zulia, sigue habilitada para contratar con el Estado, según el RNC. El Carabobeño contactó con una ingeniera representante de Incoserca. “Ejecutamos la obra hasta donde se tenían los recursos. Faltó una parte para terminar la obra. Pero trabajamos hasta donde alcanzaron los recursos”, respondió sobre la paralización de la construcción del hospital vía telefónica.




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