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Luis Alejandro Borrero || lborrero@el-carabobeno.com

El problema ambiental más complejo de Venezuela no se resuelve fácil. Se necesita una visión amplia y multidisciplinaria, argumenta Orson Mora. “Esto no se resuelve nada más con cloro”, advierte el exmiembro de la junta directiva de la Hidrológica del Centro (Hidrocentro), y actualmente separado forzosamente de su cargo en la estatal. 

Mora no escatima al decirlo: el cloro, por sí solo, no es sinónimo de agua potable. Se necesitan muchos más elementos y parámetros. La meta es que al salir de una planta, el agua se pueda consumir sin riesgo para la salud a largo plazo. En la planta Alejo Zuloaga, que surte al área metropolitana de Valencia, hay indicios de que ocurre lo contrario. 

El ingeniero Gustavo Rivas Mijares (1922-2014) puede considerarse el padre del tratamiento de aguas en Venezuela. Egresado Cum Laude de la Universidad Central de Venezuela (UCV), luego fundó la cátedra Ingeniería Sanitaria de esa casa de estudios. Hizo una maestría en Michigan y especializaciones en California. Publicó 136 trabajos, asistió a 52 congresos nacionales y 107 internacionales. 

Entre sus grandes obras está el “Tratamiento de la Potabilización de las Aguas”, en 1963. Mijares sostiene que cuando la demanda de cloro en una planta potabilizadora supera las 50 partes por millón (PPM), no hay nada que hacer. Se debe clausurar la instalación. Simplemente porque no está en capacidad de potabilizar el agua que le llega, traduce Mora. “No lo digo yo, son estudios que están hechos. Pido que se revisen las publicaciones”. 

Fuentes revelaron que en la planta, la demanda de cloro ha excedido los 50 PPM. El inventario de la planta se hace anual. Se calcula desde octubre hasta diciembre del año que sigue. Un documento al que El Carabobeño tuvo acceso revela que en octubre de 2013 la directiva envió una solicitud a la alta gerencia de Hidrocentro: se necesitaba cloro para terminar el año. “¿Por qué si todo estaba bien, se estaba demandando más cloro de lo normal?”, se preguntó Mora quien supone que la alta dosificación de cloro se debe a que la calidad bacteriológica del agua era muy deficiente. Es decir, había cantidades de bacterias y otras impurezas producto de los insuficientes procesos de potabilización en la planta, cuya responsabilidad es del Estado. 

La planta potabilizadora Alejo Zuloaga ha mostrado una alta demanda de cloro. Organizaciones No Gubernamentales lo han advertido desde 2010, como la Fundación Movimiento por la Calidad del Agua. Por eso, cada vez que la gente se baña, sale tosiendo y con lágrimas en los ojos: el agua estaba hiperclorada. El químico se utiliza para la desinfección del agua en la primera y última fase de tratamiento (precloración y poscloración) al salir de la instalación hacia los hogares. 

La planta no está funcionando al 100%. El Diario del Centro publicó que ocho de los 22 filtros están fuera de servicio. Pero la hidrológica ha reconocido públicamente solo cuatro filtros dañados. Con una producción de cuatro mil 400 litros por segundo de su capacidad instalada, que es de siete mil, la Alejo Zuloaga trabaja al 62,85%, lo que explicaría las constantes fallas de agua en las comunidades. 




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