AFP
Los triunfos de la Vinotinto en la Copa América Centenario de fútbol han sido un desahogo para los venezolanos en medio de la grave crisis, aunque los problemas económicos golpean incluso a la hora de celebrar.
«Ha sido increíble, pero la cosa está difícil», dice Eleazar Martínez, un aficionado de 25 años que disfruta con la actuación del equipo venezolano, clasificado invicto a cuartos de final y, este sábado, rival de Argentina.
«Antes uno podía salir a ver los partidos a la calle, a tomarse unas cervezas, pero ahora es demasiado caro«, relata Martínez, quien ha seguido por televisión junto a su familia los encuentros de Venezuela en el torneo que se disputa en Estados Unidos.
Viste un viejo modelo de la camiseta de la Vinotinto y asegura que comprar el nuevo es, para él, una utopía.
En Mundo Vinotinto, la tienda oficial del equipo en Caracas, la elástica que los futbolistas utilizan en la Copa América cuesta 54.000 bolívares (89 dólares a la tasa oficial flotante y 49 dólares a la cotización en el mercado negro).
Es más del triple del salario mínimo venezolano, de 15.051 bolívares, al que se suma bono alimentario de 18.583 bolívares.
90 minutos de desconexión
Incluso si se respalda a la Vinotinto en casa, como hace Eleazar, los costos son altos. Si viendo un partido, una persona se toma un par de cervezas y se come una bolsa de 120 gramos de tostones habrá gastado la sexta parte de un salario mínimo.
Eso si consigue las cervezas, porque la bebida también escasea por falta de materia prima.
Los venezolanos, empero, tienen otras opciones para enfundarse la piel de su selección por menos dinero.
«La gente dice: entre la inseguridad y colas porque no consigo harina, leche, azúcar, me voy a dar la satisfacción de ponerme la Vinotinto. Es un orgullo para todos», cuenta Sixta López, de 44 años, vendedora en una tienda del este de Caracas donde una imitación de la casaca cuesta unos 7 mil bolívares.
«Uno se desconecta con la Vinotinto, se alegra, pero se acaba el partido y vuelve a la realidad«, concluye Eleazar.