Felícita Blanco

Los homicidas del octogenario Manuel de Jesús Barrios (84) utilizaron guantes para no dejar sus rastros dactilares en la quinta Luisa, de la calle Terepaima, en El Marqués, pero las autoridades podrían identificarlos por otras evidencias que fueron colectadas.

Ayer, la señora Luisa Salazar de Barrios (81), viuda del comerciante acudió a la morgue de Bello Monte con dos de los hijos de su esposo, para retirar unos documentos antes de dirigirse al cementerio. La viuda debe movilizarse en silla de ruedas por problemas óseos.

Manuel de Jesús era del estado Anzoátegui, donde viven tres de sus cuatro hijos, pero decidió radicarse en Caracas desde que se casó con la enfermera Luisa Salazar y se dedicó al comercio.

Marlenys Urbáez dijo que ellos son dos varones y dos hembras. El menor es Pedro, mayor retirado de la Fuerza Aérea y vive en Maracay. Dos viven en Aragua de Barcelona y otro en El Tigre.

Ella está muy afectada por la muerte de su padre, con quien prácticamente se crió en Caracas, donde estudió y trabajó por muchos años. Tres días antes del asesinato hablaron por teléfono, el señor Manuel iba a ser operado de la próstata en septiembre y ella vendría a cuidarlo. Lo estaban preparando para la intervención y permanecía con una sonda.

Los restos de Manuel Barrios fueron velados en el cementerio del Este, en La Guairita y sepultados a las 3 de la tarde.

La señora Luisa de Barrios salvó la vida porque logró interactuar con el delincuente que la mantuvo sometida, pero no pudo convencer a los otros dos para que no mataran al anciano.

Cuando el delincuente intentó arrancarle la cadena del cuello ella le dijo “no es necesario, yo te la doy”, se la quitó inmediatamente y la entregó. Al recibir también los zarcillos que la dama se quitó en fracciones de segundos, el hampón preguntó: ¿son de oro? Y ella le respondió “la persona que me los regaló dijo que eran de oro”.

Además de prendas y dinero los antisociales se llevaron unas botellas de whisky y comida, incluyendo tres pollos que sacaron de la nevera.

Estaban ansiosos por dinero, preguntaban que dónde guardaban los dólares, al señor Manuel lo obligaron a abrirles la caja fuerte y se ignora qué pudieron llevarse. Al anciano lo degollaron y quedó tendido en la sala de su casa.

Se presume que los delincuentes cortaron las concertinas del muro del estacionamiento y seguetearon los barrotes días antes, porque la señora Luisa había escuchado ruidos, pero Manuel no le prestó atención. Así pudieron meterse en pleno día, pero hay testigos que observaron al menos a cinco hombres merodeando por los techos.

Todas las sospechas recaen sobre delincuentes del barrio Campo Rico, cuyas escaleras de acceso están a media cuadra de la quinta Luisa.




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