La carta fue firmada por los administradores del BES. (Foto bancaynegocios.com)

EFE

La empresa auditora KPMG confirmó que el Banco Espírito Santo (BES) suscribió dos «cartas de patrocinio» -«comfort letters» en inglés- para garantizar a Venezuela su inversión en el grupo empresarial del que la entidad financiera formaba parte, con lo que pretendía salvarlo de la quiebra.

En una entrevista divulgada por el semanario portugués «Expresso», el máximo responsable de KPMG en Portugal, Sikander Sattar, aseguró que estas cartas fueron firmadas por dos administradores del BES, «que no las divulgaron ni a los auditores ni a los miembros de la comisión ejecutiva hasta que fueron identificadas» mes y medio más tarde.

Estas garantías -el texto data del 9 de junio pero no fue conocido hasta la segunda quincena de julio- supondrían una prueba de que la administración del banco ocultó información a los auditores y los reguladores lusos, incumpliendo así el plan acordado para separar el banco del Grupo Espírito Santo y evitar el contagio.

La entidad financiera, de hecho, acabó siendo intervenida por el banco central luso a principios de agosto debido a su delicada situación financiera, con pérdidas multimillonarias que incluían, precisamente, provisiones para cubrir las citadas garantías.

Según KPMG, la carta firmada por los administradores del BES para convencer a la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) tiene fecha de 9 de junio de 2014, tres semanas después de que se hiciese pública una auditoría que detectó «irregularidades» en el seno de una de las sociedades del Grupo Espírito Santo.

El citado informe provocó que se multiplicasen las dificultades de encontrar financiación para las empresas del grupo, colocándolo al borde de la quiebra.

En ese contexto, dos de los administradores del BES garantizaron a Petróleos de Venezuela que verían reembolsada su inversión en deuda emitida por una de las sociedades pertenecientes al Grupo Espírito Santo por valor de cerca de 300 millones de euros, haciendo al banco responsable en caso de impago.

En este sentido, Sikander Sattar reconoció que existe la posibilidad de que el caso acabe en los tribunales, ya que otros clientes institucionales -entre ellos la operadora Portugal Telecom- compraron deuda del Grupo Espírito Santo y no obtuvieron estas «cartas de patrocinio», por lo que podrían denunciar esta situación de agravio.

El máximo responsable de KPMG en Portugal defendió la actuación de la auditora y de los reguladores lusos, tanto del banco central como de la Comisión del Mercado de Valores, frente a los críticos que consideran la caída del BES como un ejemplo de falta de control y supervisión.

«No somos perfectos, pero había actos de gestión muy complicados -en el seno del banco-, hubo ocultación de información y pese a ello los auditores y reguladores lograron descubrirlo, creo que deberían tener ese reconocimiento», señaló.

El propio Sattar reconoció que en KPMG quedaron «muy sorprendidos con algunas de las decisiones a nivel de gestión tomadas por el BES» a lo largo de 2014, y que acabaron por facilitar su contagio.

«No era previsible para nosotros que un grupo que tenía credibilidad tanto en Portugal como a nivel internacional acabase como terminó. Y las personas que eran responsables obviamente contribuyeron a que eso ocurriese», sentenció.




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