Cristhopher Borrero

Los efectos del bachaqueo no solo representan riesgos de abastecimiento sino también de higiene. Las adyacencias de los locales donde se ha acentuado el número de compradores se notan deteriorados de manera progresiva. Heces, orinas, basura y hasta toallas sanitarias usadas son algunos de los desechos con los que tienen lidiar comerciantes aledaños a los mercados, refirió Katherin Alba, comerciante del avenida Bolívar de Valencia.

Recordó que el problema comenzó desde hace un año, aproximadamente. «Los lunes tenemos que limpiar todo tipo de cochinadas. No hay nadie que les ponga reparo». Explicó que aquellos compradores que pernoctan para guardarse un puesto en la fila, usan como baños públicos los kioscos aledaños al Abasto Bicentenario de la avenida Bolívar.

Otro vendedor de la zona destacó que los comerciantes ambulantes que se han instalado en el sitio dejan la basura regada en las calles. «No es solo un problema estético sino también un asunto de conciencia ciudadana».

El mismo efecto se ha replicado en los espacios de un centro comercial en Naguanagua. Las caminerías, jardinerías, paredes y estacionamientos han adoptado un aspecto desagradable, pues diariamente se forman colas gigantescas y los compradores dañan el sitio.

Para el personal de limpieza del centro comercial se ha multiplicado el trabajo. «Hasta cuatro veces por día deben limpiar la zona y con el tiempo las consecuencias del descuido se acentúan más», relató una trabajadora.




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