Luis Alejandro Borrero | @LABC7   

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No se puede negociar un derecho por otro. La libertad no puede tener condiciones. Es un planteamiento transparente en la mente de María Bolívar como familiar de un preso político. La realización del referéndum revocatorio presidencial contra Nicolás Maduro es una garantía constitucional tan igual como la de obtener libertad luego de ser juzgado por motivos de conciencia. Los presos políticos no son monedas de canje, aclaró la tía de Erasmo Bolívar.

La mañana del martes familiares de 45 presos políticos acudieron a la sede del Ministerio Público en Caracas. Allí consignaron un documento para pedir la atención médica inmediata de sus afecciones. Algunos, como Erasmo Bolívar, esperan desde hace más de cinco años. “Los médicos que necesitan no están disponibles”. Voceras de la causa como Lilian Tintori, familiares del alcalde mayor Antonio Ledezma y casos emblemáticos como el de Lorent Saleh estuvieron presentes.

No hay esperanza en el diálogo. Al menos Bolívar lo cree así. “¿Cómo te vas a sentar a dialogar con quién permanente te descalifica?”, cuestiona. Es algo que confiesa no poder entender. Sobre las posibles reuniones entre el Gobierno y la oposición, asegura la libertad de su sobrino, como parte de los primeros presos políticos del chavismo, no es negociable. Solo tiene que darse la medida cuanto antes, sin condiciones.

Condenado por los sucesos del 11 de abril de 2002, Erasmo Bolívar ya lleva 13 años, cinco meses y un día en prisión. Aunque ha logrado sobreponerse a la arbitrariedad de ser sentenciado en el juicio más largo de la historia de Venezuela —más de tres años— y de tener que pagar pena máxima de 30 años por lesiones personales; la salud del exagente de la Policía Metropolitana no es la mejor. Es el coordinador deportivo de la cárcel militar de Ramo Verde, lo que le mantiene activo, pero le urge atención médica, además de la libertad.

En 2011 se le hizo una intervención médica por desprendimiento de retina. El año pasado tuvo que ser operado dos veces porque el lente se desprendió. Nunca le hicieron las consultas postoperatorias. Sufre de tensión alta en el ojo. Cuando le operaron de la rodilla tampoco pudo tener una rehabilitación normal.

Arube Pérez Salazar es otro de los expolicías del 11 de abril. Su afección es más grave. Vomita sangre. Sufre de hipertensión arterial. Sus traslados cada vez que tiene una descompensación son breves y no se da una reseña médica seria. No se sabe si es una úlcera lo que le provoca el sangrado.

A los familiares les atendió una fiscal: Lucía Marval. Aseguró que no era su competencia, pero dijo que remitirá la solicitud. “Ellos dicen que el traslado a centros asistenciales depende de la orden de un tribunal, que hasta ahí llegan sus competencias”. Para Bolívar se trata de la indiferencia de los tribunales, que dan largas a casos que son álgidos. Algunos presos esperan hasta dos meses por un traslado, como el caso de Lorent Saleh, con fuertes dolores abdominales.

Lilian Tintori, esposa de Leopoldo López, manifestó como vocera del Comité de Familiares de Presos Políticos que de los 109 encarcelados que contabiliza, más de 40 necesitan atención médica. Desde el Ministerio Público dijo que más nunca permitirán que existan perseguidos. No tolerarán tratos crueles e inhumanos. Exhortó a la fiscal general, Luisa Ortega Díaz, el defensor del Pueblo, Tarek William Saab, que permitan las revisiones exhaustivas a la salud de sus familiares. “¿Es así como tratan? ¿Cómo es posible que permitan tanta tortura? Están presos, pero no muertos, son inocentes”.

El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, ratificó, desde el Foro Internacional de Concordia en 2016 que en Venezuela existen presos políticos. Agregó la falta de separación de poderes y la creciente crisis humanitaria. “La libertad siempre está en manos de la gente, ese es el desafío político en Venezuela”.

Las circunstancias por las que están en prisión son absurdas, lamenta Bolívar. Pero el aplomo se le nota. “Nuestra libertad no depende de un revocatorio. Va mucho más allá”. La dignidad, al igual  que las intenciones de cambio, no son negociables. “En toda democracia se necesita diálogo, pero nosotros queremos claridad”.




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