EFE

América
Latina y el Caribe deben apostar por la innovación como herramienta para elevar
su productividad, afirmó este miércoles en Chile, la secretaria ejecutiva de la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Alicia Bárcena.


Así se generarán empleos de mayor calidad y al mismo tiempo se impulsarán el
dinamismo económico y la inclusión social, dijo Bárcena al intervenir en el III
Foro Chile-Unión Europea, que concluyó en la capital chilena, dedicado a la
innovación como motor de desarrollo e inclusión social.

«La inclusión social y el dinamismo económico no deben estar reñidos y la
innovación puede ser un eslabón clave», remarcó la secretaria ejecutiva.

«Pero de nada servirá que llegue sólo a la capa más rica, necesitamos que
llegue a todos», remarcó Bárcena, que en su intervención ahondó en las
sinergias entre la política industrial, la innovación y el sistema laboral.

Advirtió que América Latina solo invierte alrededor de 0,8 % de su producto interior
bruto (PIB) en investigación y desarrollo (I+D) y que la mayoría de esos
recursos proceden del sector público.

En ese marco, Bárcena abogó por impulsar una política industrial que no esté
necesariamente basada en las manufacturas, sino también en la economía digital,
que permita así diversificar el patrón exportador, actualmente muy dependiente
de las materias primas.

Para ello, indicó, la región debe pasar de las ventajas comparativas estáticas,
basadas en la disponibilidad de materias primas y bajos costos de los factores
de producción, a las dinámicas, vinculadas a la diversificación productiva, al
conocimiento y a las nuevas tecnologías.

Esa transformación, aseguró, se traduciría en un aumento de la productividad
que, a su vez, debería llevar a la generación de empleos de mejor calidad y a
una mayor inclusión social.

Al mismo tiempo, los empresarios menos productivos emplean al 50 % de los
trabajadores y generan 10 % del PIB, lo que se traduce en una distribución muy
desigual en los ingresos de los trabajadores.

En 2012 la región contaba con 1,2 investigadores por cada 1.000 trabajadores,
mientras que en países europeos como España y Portugal esa tasa se situaba en
5,5 y en 9,1, respectivamente.

Ese mismo año, según la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, la
región tuvo una representación de 2,5 % de las solicitudes mundiales de
patentes.

En cuanto a los recursos humanos, Alicia Bárcena remarcó la necesidad de
establecer un mayor diálogo entre el sector productivo y el educativo, así como
de potenciar la educación técnica.




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