La carpa multicolor se levantó a un costado del Centro Cultural. (Foto EFE)

EFE

Hace 50 años que un circo no ocupaba un lugar tan céntrico en Santiago de Chile como el American Circus, que aunque esta semana recoge su espectáculo, logró afianzar su esencia en el corazón de la gran ciudad, de 7,2 millones de habitantes.

Pero esto, no es lo único atípico de la propuesta de «American Circus», pues su propia ubicación y la procedencia de sus creadores dan cuenta de «los nuevos aires» que ha adoptado la disciplina circense en Chile.

La carpa multicolor se levantó a un costado del Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM), un edificio que anteriormente fue sede del Poder Ejecutivo y del Poder Legislativo durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).

Ahora, más de 40 años después, es el espectáculo del hombre bala, representado por Matías Álvarez, el que ocupa este lugar, llenando de magia e ilusión el centro de la ciudad y que pone la emoción en medio del evento artístico.

«Pertenezco a la primera generación de mi familia que se dedica al circo», confesó Álvarez en una entrevista a Efe, caso más que común en Chile, ya que en este país de 17 millones de habitantes hay 120 circos en activo.

Sin embargo, su incursión como hombre bala, número estrella del espectáculo, pertenece al azar, a pesar de dominar otras artes circenses como el clown y los malabares.

«Pusimos un anuncio buscando a un hombre bala, pero nadie se presentó a las pruebas. Finalmente me decidí a ocupar el puesto yo», señaló el artista.

Una disciplina de la que cada vez quedan menos especialistas en el mundo, pero en la que Matías ya ha practicado más de 500 saltos.

«Entraña un cierto peligro, hace apenas dos años un especialista murió en México dentro del cañón, y hace tres en Colombia otro chico cayó fuera de la red», agregó.

Sobre la sensación al salir del cañón, Álvarez confiesa que es «una sensación inédita» que no se parece a cualquier otra cosa pero que «resulta adictiva para quien lo práctica».

American Circus es tan solo un ejemplo de los nuevos tiempos a los que se adapta la disciplina circense cada vez más de moda en Chile y cada vez más cerca de las calles del centro, no tan sólo de Santiago sino que de otras grandes ciudades.

Antiguamente, los circos se levantaban en barriadas pobres o a unas 30 manzanas del centro de la ciudad, en algún lugar baldío que sus dueños pudiesen encontrar.

El espectáculo, fue parte del mes del circo celebrado en Chile, donde artistas de diferentes nacionalidades y disciplinas presentaron su espectáculo por todo el territorio.

«Cada vez hay más gente en Chile practicando alguna disciplina, lo que si que es cierto es que mucha de esa gente no pertenece a una familia de circo, sino que simplemente se interesa por una especialidad», explicó el ‘hombre bala’.

Un arte que, por muchos años que pasen, permanece incombustible, pues sigue atrayendo a sus carpas a público de toda clase para disfrutar de una magia que no necesita ser explicada.




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