EFE

El coche fúnebre que transportó al expresidente venezolano Hugo Chávez durante su cortejo en Caracas, en marzo de 2013, participó en un desfile de autos antiguos y clásicos en el marco de la Feria de las Flores de Medellín, en el noroeste colombiano.

La limusina Lincoln de 1998 se convirtió en el principal atractivo de este evento en el que participaron 260 autos y fue presenciado por más de un millón de personas.

«Fue una participación oportuna, había mucha expectativa y un sentimiento especial por este carro y su historia», le dijo a Efe Luis Fernando Arango, gerente de la Funeraria San Vicente y dueño del vehículo.

Los espectadores identificaron al que llamaron el «carro de Chávez», que llegó el pasado 24 de julio a Medellín después de vivir un insólita historia que empezó con el fallecimiento del exmandatario el 5 de marzo de 2013.

Según relató Arango, lo que inició como un simple préstamo gratuito entre funerarias terminó en un hecho «injusto».

El coche fúnebre partió en un avión de la Fuerza Aérea que envió el Gobierno de Venezuela para que los asistentes al sepelio de Chávez (1999-2013) lo pudieran ver durante el cortejo.

«Fue todo un honor prestarlo», apuntó el colombiano que sin problemas se desprendió de su vehículo por ser un «asunto diplomático» y a quien incluso le insinuaron que la limusina Lincoln no regresaría al país porque «militares venezolanos la comprarían para tenerla en un museo».

Arango contó que no apareció un comprador y el carro terminó en San Antonio del Táchira, en la frontera con Colombia.

Por «irregularidades» en el procedimiento el vehículo terminó confiscado por la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales de Colombia (DIAN) en Cúcuta al considerar que había ingresado al país como contrabando.

«Hubo confusión y también ignorancia en lo del trámite» y las autoridades «hicieron respetar la ley» hasta el punto que el coche fúnebre terminó en una subasta que empezó en 20 millones de pesos (unos 6.700 dólares) y finalizó en 110 millones (unos 37.200 dólares) cuando fue adquirido por un comerciante en enero pasado.

Arango no se resignó a perder el vehículo, pese a que la funeraria lo reemplazó con «dos carros más bonitos».

«Estuve muy triste, logré localizar a su comprador y dijo que se lo llevaría a Venezuela para ofrecerlo, pero lo convencí de vendérmelo», narró el propietario sobre la transacción que se selló en 130 millones de pesos (unos 44.000 dólares)

Arango tiene desde hace 15 días la limusina Lincoln en su poder de nuevo, la guardó en el taller de la Funeraria San Vicente, donde fue pintada para su participación en el desfile de hoy en la tradicional feria colombiana.

«Está en buen estado, pero necesita de un proceso estético a fondo y ajustes en la parte mecánica», afirmó.

«Para mí era una obligación recuperar este carro por su historia y lealtad con mi oficio, la gente pregunta por él, y no faltará el que no quiera usarlo porque Chávez era de amores y odios», apostilló el propietario. 




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