Cristhopher Borrero
Cuando llega el momento de comprar comida, el consumidor se enfrenta a
la incertidumbre de si habrá los productos que necesita en determinado
establecimiento. Hacer colas al azar se ha vuelto la norma, refirió
Evelyn Gutiérrez.
El comprador se metió en una cola de un automercado de Naguanagua
solo porque vió una larga fila de personas. “Iba para mi trabajo pero me
dije: Acá debe haber algo porque hay mucha gente”. Luego de dos horas
en cola regresó a casa con las manos vacías. No llegó mercancía al
local, confirmó el gerente del establecimiento.
La agonía se prolonga para conseguir alimentos. En la avenida
Lisandro Alvarado, dos locales comerciales separados por escasos 15
metros estaban atestados de compradores, quienes permanecieron en fila
para adquirir solo tres paquetes de pasta.
Claudia Quiñonez, ama de casa, consideró que el venezolano sufre
demasiado para conseguir alimentos. “Las cosas no se encuentran por
ninguna parte. Nos toca soportar las colas, tropezones y nos marcan como
si fueramos animales”.
La ineficacia de las medidas gubernamentales para combatir el
desabastecimiento es notoria para la mujer. “Las medidas solo han
beneficiado a los del Gobierno, que todo lo tienen fácil. Nosotros los
pobres somos los que sufrimos”.
Seguridad Reforzada
Tras la revuelta del pasado martes en el automercado Makro de San
Diego, se aplicó un sistema de listado para controlar el acceso. Solo 50
personas por listas eran admitidas.
Compradores denunciaron que llegaron a las 9 a.m. y al mediodía aún
no habían comprado nada. Unos 15 efectivos, entre policías de Carabobo y
Guardias nacionales, vigilaban constantemente el comportamiento de los
consumidores.