Sara Pacheco
Elizabeth Aguilar sale de su casa a la una de la madrugada a hacer cola. Su hermana la deja en un supermercado reconocido ubicado en Prebo. Todos los miembros de su familia reúnen dinero para lo que pueda comprar. Lo mismo hace su padre de 81 años. No son bachaqueros. No revenden los alimentos. Son de uso exclusivo para su familia.
A la mayoría de los hogares venezolanos busca opciones ante la fuerte inflación y la desaparición de los alimentos de la canasta alimentaria familiar, que se ubicó en julio en 363.866,73 bolívares un incremento del 31,2% con respecto a junio. Se requieren 24,2 salarios mínimos para poder adquirir la canasta, para una familia de cinco miembros. Por eso en la casa de Aguilar, donde hay seis miembros y seis salarios mínimos, no alcanza.
La opción que han tomado es adquirir combos. Al sur de la ciudad son más comunes. Se pueden conseguir 10 plátanos por un mil, a veces 12 por la misma cantidad. Los fines de semana en Plaza de Toros hasta 10 por 600 bolívares. Las mazorcas también son una opción. Ofrecen entre 12 y 16 entre 600 y 800. Todo depende del sitio.
Tomate, cebolla y ají, se pueden conseguir en bolsas a 500 o 400 bolívares. Igual las populares “mallitas” entre 600 y un mil bolívares. “No son alimentos con los que solamente se puede sobrevivir, pero al menos ayudan a barajearnos en la semana”, expresó Aguilar.