Ronmer Piamo con información de
EFE

Fotos: Fernando Aguirre

Locación: www.hotelbaywatch.com 

Cuando se planifica un viaje, uno
de los mayores dolores de cabeza viene determinado sin duda por la elección de
un alojamiento que se ajuste a nuestras características y nuestra economía. Hay
quien se opta, para evitarse complicaciones, por un paquete con “todo incluido”
frente a los viajeros independientes que prefieren buscarse por sí mismos el
sistema de desplazamiento y el hotel, una elección que entraña sus riesgos.

Un precio acorde con las
prestaciones ofrecidas, una atención esmerada al hacer el “check in” en la
recepción, un buen servicio de habitaciones, un aparcamiento cómodo y
asequible, unos cuartos amplios, unas camas que faciliten el mejor descanso,
unos aseos inmaculados, un receptor de televisión de plasma vía satélite, un
lector de DVD, la posibilidad de acceso a Internet, un nivel de tranquilidad
aceptable y un desayuno contundente son algunas de las premisas principales por
las que se rigen los críticos de establecimientos hoteleros a la hora de hacer
un baremo con vistas a incluirlo en las guías correspondientes para viajeros.

El complejo negocio hotelero
trata de atraer de forma permanente a su clientela ofreciendo los mejores
servicios al precio más idóneo posible porque sus ejecutivos saben que el “boca
a boca” es uno de los procedimientos más fiables y baratos para que el nivel de
demanda se mantenga.

Facilidades para acceso a
minusválidos, arquitectura, decoración y estado de conservación del edificio y
de las instalaciones suelen ser elementos muy valorados por los autores de
guías hoteleras


Clientes exigentes

Sin embargo, los responsables de
las grandes cadenas hoteleras han de estar alerta ante las insólitas
necesidades de los clientes, algunos de ellos con un nivel de exigencia capaz
de poner a prueba los nervios del recepcionista más dispuesto y comprensivo. En
los establecimientos donde los precios de las habitaciones son más elevados es
habitual la llegada de viajeros caprichosos y excéntricos.

Cada vez son más frecuentes en
los hoteles de más categoría las “cartas de almohadas” para satisfacer a
quienes aspirar a reposar de acuerdo con sus costumbres cotidianas.

El aire acondicionado y el agua
caliente suelen ser uno de los requerimientos básicos que valoran más los
clientes. Otros se decantan también por la vista, los secadores de pelo en el
baño y una nevera.

Que el establecimiento disponga
de un “lounge bar” que le permita echar un trago y distraerse antes de
retirarse a descansar es vital para ejecutivos después de una jornada de tensas
reuniones de negocios.

Viajeros menos dados a la
sociabilidad dan mucha importancia en cambio al contenido del mini-bar del
cuarto o al servicio de habitaciones que le permite solicitar a cualquier hora
del día o de la noche un plato de comida y una 
bebida. Muchos hoteles de categoría superior tienen incorporados en sus
instalaciones restaurantes gourmets, piscinas o áreas de entretenimiento, lo
cual agradecen quienes no están dispuestos a desplazarse después de una jornada
agotadora de actividad o de turismo en la ciudad que visitan.

Muchos hoteles tienen
incorporados en sus instalaciones restaurantes gourmets, piscinas o áreas de entretenimiento,
lo cual agradecen quienes no están dispuestos a desplazarse después de una
jornada agotadora de actividad o de turismo en la ciudad que visitan


Reformas Periódicas

Facilidades para acceso a
minusválidos, arquitectura, decoración y 
estado de conservación del edificio y de las instalaciones suelen ser
elementos muy a tener en cuenta por los autores de guías hoteleras. Los hoteles
de renombre suelen acometer reformas cada diez o quince años para no perder el
tren de la modernidad aunque algunos establecimientos señeros disponen de
buenos equipos de mantenimiento que permiten una conservación de las
instalaciones capaces de superar las inspecciones más severas establecidas por
las legislaciones de los respectivos países o de las agencias de supervisión
internacionales.        

El precio de las habitaciones de
acuerdo con el lujo del establecimiento es algo muy relativo dependiendo de las
temporadas y del continente.

Objetos olvidados

Antes de abandonar con nuestro
equipaje esa habitación a la que es probable que no volvamos nunca más, es
conveniente revisar que no nos olvidamos nada personal en ella, pues existen
establecimientos que no admiten reclamaciones y otros tardan mucho en devolver
los objetos olvidados.

Los artículos más frecuentes que
se dejan en las habitaciones se encuentran desde cámaras de vídeo, cargadores
de celulares, joyas, documentos de identidad, gafas de sol, billeteras, hasta
prendas de ropa, sobre todo la interior.

Los hoteleros también tienen asumida
la partida de gastos correspondiente a los robos de objetos por parte de
viajeros desaprensivos. Toallas, albornoces, jarrones, espejos, cuadros,
colchas, almohadas, alfombras, papeleras y bandejas son parte de menaje
hotelero que los turistas «se llevan prestado». 




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