Familiares de presentes en la universidad durante el ataque quieren saber si sus familiares resultaron fallecidos. (Foto EFE)
EFE
El ataque de Al Shabab a la Universidad de Garissa, que este jueves dejó al menos 147 muertos y 79 heridos, ha conmocionado e indignado a la sociedad keniana, que todavía está de luto tras una de las peores masacres que ha vivido el país en los últimos años.
Durante todo este viernes varios aviones que traían los cadáveres de los fallecidos aterrizaron en Nairobi para luego ser trasladados a la morgue, donde los familiares esperaban para identificar los cuerpos.
A medida que iban llegando los cadáveres aparecían informaciones que apuntaban a que se siguieron oyendo disparos en el interior de la universidad incluso después de que el Gobierno anunciara el fin del ataque y que podría haber más muertos de lo anunciado.
«El número de personas asesinadas fue mucho mayor del reconocido de forma oficial, quizás hasta el doble», explicó una fuente de los servicios de seguridad al periódico Daily Nation.
Con el paso de las horas también salieron a la luz más detalles del ataque, sobre todo relacionados con el comportamiento de los milicianos de Al Shabab.
A pesar de las informaciones que aseguraban que en el asalto solo habían muerto cristianos, los supervivientes explicaron que en las primeras horas los terroristas dispararon de forma indiscriminada y no fue hasta que entraron en los dormitorios cuando comenzaron a separar a los estudiantes según su religión.