Las colas se forman al momento de despachar la mercancía. (Foto Andrews Abreu)

Ver un par de funcionarios de la Guardia Nacional causa cierta emoción entre quienes se pasean hasta por tres horas en los pasillos de algún supermercado de la ciudad. Es un indicio claro de que la espera valió la pena. Algún producto escaso de primera necesidad será distribuido. Nadie sabe qué venderán pero de manera automática se forma una gran cola. Minutos más tarde uno de los uniformados anuncia el artículo y la cantidad de unidades que se repartirán por persona.

Es una historia que se repite a diario. “Es eso o comprarle a los bachaqueros”, expresó Johana Zambrano, quien al menos una vez cada semana se dedica a recorrer establecimientos en una jornada para la que invierte todo el día. En Bicentenario los consumidores se deben ajustar al cronograma por terminal de número de cédula, madrugar y esperar bajo sol su turno. El jueves se vendió en ambos establecimientos de la red pública en Valencia aceite, café, harina de maíz, papel higiénico y margarina. Los productos más demandados, leche, carne y pollo, no estaban disponibles.

En otros supermercados pertenecientes a cadenas privadas las colas no eran notables. Solo se formaban al momento de despacho de mercancía que por meses ha estado escasa. En algunos llegó azúcar y se terminó en menos de dos horas. En otro los 60 bultos de harina de maíz se agotaron en media hora. Y la margarina que se exhibió en otro duró apenas una hora. (DB)




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